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Video: Yoko, último chimpancé en cautiverio en Colombia trasladado a Brasil tras décadas de explotación
Fue enviado este domingo desde el Bioparque Ukumarí en Pereira a São Paulo.

Después de décadas de permanencia en cautiverio y de haber sido víctima de tráfico ilegal de fauna silvestre, el chimpancé conocido como Yoko fue trasladado este domingo desde el Bioparque Ukumarí, ubicado en la ciudad de Pereira, hacia un santuario de animales en Brasil.
La operación, denominada Arca de Noé, fue coordinada por varias entidades nacionales e internacionales, tanto del sector público como del privado.
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Yoko, un chimpancé macho de aproximadamente 38 años y 60 kilogramos de peso, es considerado el último ejemplar de su especie que permanecía en cautiverio dentro del territorio colombiano.
Su historia refleja los efectos del tráfico ilegal de especies, así como las consecuencias del uso de animales en actividades de entretenimiento.
Según información confirmada por las autoridades ambientales, el primate fue capturado siendo una cría y posteriormente comercializado de manera ilegal.
Durante un periodo fue propiedad de un narcotraficante, luego fue trasladado a un circo en Cúcuta, en el departamento de Norte de Santander.
Durante su estancia en el circo, el animal fue hallado por las autoridades en condiciones precarias dentro de un contenedor, lo que motivó su incautación.
Inicialmente fue enviado a un centro de rehabilitación en Cali y luego, en junio de 2018, fue reubicado en el Bioparque Ukumarí, donde permaneció durante los últimos siete años.
La situación de Yoko se agravó en julio de 2023, cuando dos chimpancés con los que compartía espacio, identificados como Pancho y Chita, escaparon del recinto y fueron abatidos por la fuerza pública.
El hecho no dio lugar a una investigación penal formal y fue ampliamente criticado por organizaciones defensoras de los derechos de los animales. La pérdida de Chita, con quien mantenía una relación cercana, afectó visiblemente a Yoko.
Diversos informes señalan que Yoko presentaba dificultades para interactuar con otros individuos de su especie, debido a que durante su etapa inicial fue entrenado para comportarse como un humano.
Entre las conductas que adquirió se encontraba ver televisión, lo cual es indicativo del proceso de domesticación al que fue sometido.
El traslado del primate fue posible gracias a una iniciativa impulsada por la senadora Andrea Padilla y el director de la Corporación Autónoma Regional de Risaralda (CARDER), Julio César Salazar.
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La operación requirió la coordinación con organismos como la Fuerza Aeroespacial Colombiana, el Ministerio de Ambiente, la Secretaría de Ambiente de Bogotá, la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales (DIAN), el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) y la Policía de Aduanas. La embajada de Brasil en Colombia también facilitó gestiones diplomáticas y logísticas para el proceso.
El transporte de Yoko se realizó en dos fases. En la primera etapa, fue trasladado desde Pereira hasta Bogotá en una aeronave de la Fuerza Aeroespacial.
Posteriormente, fue embarcado en un vuelo de carga operado por la aerolínea Avianca con destino al estado de São Paulo, Brasil. El animal permaneció consciente durante todo el viaje, contenido en un guacal y bajo supervisión constante de su veterinario de confianza, quien también fue enviado al país vecino para garantizar su adaptación.
Según datos proporcionados por las entidades involucradas, los costos del traslado ascendieron a aproximadamente 23.000 dólares, equivalentes a cerca de 96 millones de pesos colombianos. Los recursos fueron cubiertos en su totalidad por CARDER y Avianca.
Yoko será alojado en el santuario Sorocaba del Proyecto Gran Simio, uno de los más grandes de América Latina, con una extensión de cinco hectáreas y 63 recintos para primates.
El lugar alberga alrededor de 250 animales, entre ellos chimpancés, aves, felinos y osos. Allí compartirá espacio con otros 50 chimpancés que también han sido rescatados de condiciones similares.
La especie del chimpancé se encuentra catalogada como “en peligro” por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Sus hábitats naturales se distribuyen principalmente en África occidental y central, en países como Guinea, Costa de Marfil y la República Democrática del Congo.
En Colombia, estos animales no son nativos, por lo cual su tenencia representa una infracción a la legislación ambiental vigente.
El caso de Yoko también se enmarca en un fenómeno más amplio relacionado con la posesión de especies exóticas por parte de personas vinculadas con el narcotráfico.
Casos similares han sido documentados en el país, como el de los hipopótamos introducidos por el narcotraficante Pablo Escobar, cuyo crecimiento poblacional ha generado efectos ecológicos en ecosistemas del Magdalena Medio.
La senadora Andrea Padilla declaró que la partida de Yoko representa un hito simbólico en la lucha por los derechos de los animales silvestres en Colombia.
En palabras de la legisladora, este evento debe ser entendido como un precedente que impulse la prohibición definitiva del uso de especies no domésticas en espectáculos, la tenencia ilegal de fauna silvestre y el fortalecimiento de políticas públicas enfocadas en la conservación y rehabilitación.
El santuario a donde fue enviado
El Santuario de Grandes Simios de Sorocaba, ubicado en el estado de São Paulo, Brasil, se ha consolidado como un refugio esencial para primates que han sido víctimas de maltrato y explotación.
Fundado en el año 2000 por el empresario Pedro Ynterian, este santuario es el más grande de América Latina dedicado a la protección y rehabilitación de grandes simios.
Situado en la ciudad de Sorocaba, el santuario abarca una superficie de cinco hectáreas.
Dentro de este espacio, se han construido 63 recintos destinados a chimpancés, algunos de los cuales alcanzan hasta 1.000 metros cuadrados, distribuidos en 14 complejos.
Estas instalaciones están diseñadas para ofrecer un entorno lo más natural posible, permitiendo a los primates desarrollar comportamientos propios de su especie.
Especies y animales albergados
Actualmente, el santuario alberga aproximadamente a 250 animales. Entre ellos se encuentran 42 chimpancés, además de otros pequeños primates, aves, grandes felinos y osos.
Cada uno de estos animales tiene una historia de rescate, habiendo sido liberados de situaciones de abuso, circos, zoológicos o del tráfico ilegal de especies.
Financiamiento y operación
El financiamiento del santuario proviene principalmente de recursos privados aportados por su fundador, Pedro Ynterian, quien ha invertido en la preservación y bienestar de los grandes simios y otras especies.
Además, el santuario cuenta con un equipo permanente que incluye dos veterinarios y 20 cuidadores. Estos profesionales se encargan del cuidado diario de los animales y desarrollan actividades de enriquecimiento ambiental para mejorar su calidad de vida en cautiverio.
Sobreviviente de Bioparque
El 23 de julio de 2023, el Bioparque Ukumarí, ubicado en Pereira, Colombia, fue escenario de un trágico incidente que culminó con la muerte de dos chimpancés, Pancho y Chita, tras escapar de sus recintos.
Este suceso generó indignación y abrió debates sobre la gestión de animales en cautiverio y los protocolos de seguridad en instituciones zoológicas.
La fuga de los primates ocurrió en horas de la noche del 23 de julio. Pancho, un chimpancé macho de 30 años, logró salir de las instalaciones del bioparque y fue avistado en el parque Consotá, un centro vacacional cercano.
Por su parte, Chita, una hembra de más de 40 años, permaneció en las inmediaciones del bioparque. Según informes oficiales, ambos animales mostraron comportamientos agresivos durante su recaptura, lo que llevó a las autoridades a tomar la decisión de sacrificarlos para proteger la integridad de las personas involucradas en el operativo.
Investigación y responsabilidades
Tras el incidente, la Fiscalía General Penal Militar y Policial inició una investigación para esclarecer las circunstancias de la fuga y la posterior muerte de los chimpancés.
Las primeras indagaciones señalaron a José Leandro Hurtado, cuidador de los primates, como presunto responsable de la fuga. Se le acusó de haber dejado abiertos siete sistemas de seguridad en el recinto de los chimpancés, lo que facilitó su escape.
Durante la audiencia de imputación de cargos, la fiscal del caso sugirió que el acto podría haber sido un sabotaje con posibles motivaciones políticas, aunque no se presentaron pruebas concluyentes al respecto.
Protocolos de seguridad
La decisión de abatir a Pancho y Chita fue ampliamente cuestionada por organizaciones defensoras de animales y la opinión pública.
La gerente del Bioparque Ukumarí, Sandra Correa, defendió la actuación de las autoridades, argumentando que los dardos tranquilizantes tardan entre 10 y 30 minutos en hacer efecto, tiempo durante el cual existía un riesgo significativo para la vida humana.
Correa enfatizó que, ante la posibilidad de una agresión inminente por parte de los chimpancés, se optó por la medida extrema de sacrificarlos para salvaguardar a las personas presentes.
El suceso provocó una ola de críticas y manifestaciones en Pereira y otras ciudades de Colombia. Defensores de los derechos de los animales exigieron una investigación exhaustiva y la implementación de medidas más humanitarias en situaciones similares futuras.
El Instituto Jane Goodall emitió una declaración condenando la muerte de los chimpancés y resaltando la necesidad de contar con planes de contingencia que prioricen la vida de los animales en cautiverio.
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