Entre la congestión y la tensión diaria de la sala de emergencias de la Unidad de Servicios de Salud Vista Hermosa en Ciudad Bolívar, al sur de Bogotá, pasó inadvertido uno de los feminicidios más escabrosos del último tiempo en Colombia.
El pasado viernes 8 de julio a las 5:16 de la mañana, María Jennifer Barragán Artunduaga de 34 años ingresó al servicio de urgencias gravemente herida. Una profunda lesión en su pecho provocada por un cuchillo o una navaja amenazaba con desangrarla.
Su acompañante, un hombre un poco mayor que ella, también tenía una herida pero más superficial, una mirada agresiva y una historia contradictoria. De inmediato, los médicos indagaron sobre lo ocurrido.
Víctor Manuel Vargas Ducuara, el acompañante de la mujer, les narró que él y su compañera sentimental habían sido agredidos por cuatro hombres que quisieron asaltarlos.
Al preguntarle a qué hora había sucedido el hurto, este aseguró que a las 10 de la noche. Es decir, la estaba llevando a urgencias siete horas después.
No solo la hora y la herida de la mujer no coincidían. Tampoco los rasguños en el cuello y en el pecho que tenía el hombre. Además resultó extraño que había reportado un asalto, pero justo en sus manos tenía su teléfono móvil.
Tras la emergencia, la particular explicación de Vargas Ducuara y pese a los ingentes esfuerzos de los médicos y auxiliares del centro asistencial, media hora después María falleció.
Pero lo que sucedió momentos previos al llegar al hospital es contrario a la versión que brindó a los facultativos y quedó consignado en los reportes de las autoridades judiciales, a los que accedió la Agencia de Periodismo Investigativo, API.
Una patrullera informó que se había reportado una riña través de la línea de emergencias. La dirección entregada por el denunciante fue una casa ubicada en la manzana D del barrio Villa Doris, pero cuando los patrulleros llegaron al lugar nadie respondió.
Luego, dos personas se comunicaron a la misma línea informando que en Villa Doris un hombre pedía ayuda y una mujer estaba tendida en el suelo. Al hablar con familiares de María, contaron el horror que vivió.
Víctor Manuel Vargas era su expareja, las discusiones y agresiones constantes llevaron a que la mujer decidiera separarse e iniciar una nueva relación sentimental.
Uno de los familiares le narró a la policía judicial que la última pelea entre el agresor y María fue porque esta le reclamó un presunto abuso sexual en contra de su hija mayor.
En diciembre de 2021, según relataron barrios testigos del barrio, este hombre había agredido física y verbalmente a María y la había amenazado de muerte.
Al día siguiente Ducuara fue capturado por el delito de feminicidio agravado, cargo que le fue imputado ese mismo día y enviado a prisión. Actualmente está detenido en la Unidad de Reacción Inmediata de Molinos, al sur de Bogotá.
Una de las imágenes que más impactó a medios y enfermeras es que el agresor se infligió una herida en la cabeza con el único propósito de intentar desviar la investigación.
La Agencia de Periodismo Investigativo, API, revisó los antecedentes del agresor. Tiene varios antecedentes con la justicia. En el año 2007, Ducuara para ese momento con 22 años de edad, registraba su primera orden de captura por hurto.
En 2013 la historia se repitió. Meses después, en razón a un preacuerdo con la Fiscalía, fue condenado a 36 meses de prisión. En la cárcel, tras recibir beneficios por estudio y trabajo recobró la libertad.
Luego, en 2021, las autoridades le siguieron de nuevo los pasos. Esta vez, por amenazas, concierto para delinquir y terrorismo, incluso la Fiscalía, le había solicitado a un juez orden para interceptación de comunicaciones.
Ducuara fue capturado el 4 de octubre de 2021, junto con otras cuatro personas, pero ese mismo día, el juez 42 penal municipal de garantías, declaró ilegal la captura y los dejó a todos en libertad.
Días después a Ducuara se le impuso una nueva medida de aseguramiento en su domicilio por los mismos hechos, en la residencia que ocupaba junto a su pareja y posterior víctima, María Jennifer Barragán Artunduaga.
Pero las peleas entre la pareja aumentaron y el maltrato a la mujer. Por esto, ella le pidió que se fuera de la casa y este le solicitó al juez permiso para cambiar de domicilio, petición que le fue concedida.
Pese a que la pareja se separó, el hombre siguió asediándola, hasta que cumplió sus amenazas y asesinó a la mujer.
El sujeto lleva cerca de dos semanas recluido en la URI, pero todo indica que podría quedar en libertad en los próximos días. Familiares de la víctima ven con preocupación la falta de acción por parte de las autoridades.
En concreto, uno de ellos aseguró que en condición de víctimas y participación en el esclarecimiento de los hechos, han evidenciado fallas en el recaudo de pruebas dentro del proceso por parte de las autoridades.
Indican que el caso por el presunto abuso sexual a la menor tampoco ha avanzado en la justicia. Un hecho determinante en el conflicto entre la expareja.
Este uno de los más recientes feminicidios que se han cometido en Colombia. Asesinatos en aumento contra las mujeres. De hecho, según cifras de la Policía Nacional a mayo de este año han sido ultimadas 420 mujeres, un 12% frente al año anterior cuando se registraron 375 en el mismo periodo.
Lo cierto es que el desarrollo del caso advierte una posible impunidad, tanto por el feminicidio de la joven mujer, así como por la denuncia frente al presunto abuso sexual. Por esta razón, los familiares solo piden justicia.
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