Sistema de Bogotá y La Sabana enfrenta una disminución crítica en los niveles de agua: CAR

La Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR) advirtió sobre una notable reducción en el volumen de agua almacenada en los embalses que abastecen a Bogotá y los municipios de La Sabana durante el último año.

Según el director de la CAR, Alfred Ballesteros, la disminución equivale a perder un embalse completo, lo que agrava la situación hídrica en la región.

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En un análisis integral de los sistemas hídricos, Ballesteros señaló que los embalses han registrado una pérdida total de 67 millones de metros cúbicos de agua en el último año.

Aunque el Sistema Chingaza, conformado por los embalses de Chuza y San Rafael, muestra un aumento de 17 millones de metros cúbicos, esta ganancia es insuficiente para compensar las pérdidas generales.

Por ejemplo, el Agregado Norte, que incluye los embalses de Neusa, Sisga y Tominé, ha disminuido en 85 millones de metros cúbicos, lo que representa un retroceso crítico en la capacidad total del sistema.

La escasez de agua, exacerbada por la primera temporada seca de 2025, ha llevado a racionamientos diarios desde abril, lo que pone en alerta a las autoridades ante un posible agravamiento en la segunda mitad del año.

Según Ballesteros, si no se toman medidas inmediatas y no ocurren precipitaciones significativas, la crisis podría intensificarse entre junio y septiembre, cuando se espera la temporada más seca del año.

Factores climáticos y su impacto en los embalses

Los embalses dependen de las corrientes hídricas que los alimentan, por lo que su capacidad está directamente relacionada con las condiciones climáticas y los patrones de lluvia.

Cada año, estos sistemas se recargan para garantizar el abastecimiento durante el siguiente ciclo anual. Sin embargo, la situación actual muestra niveles preocupantes.

De acuerdo con el reporte del 28 de enero de 2025, el Sistema Chingaza registra una capacidad total del 43,79 %, con el embalse Chuza al 35,74 % y San Rafael al 69,98 %.

En el caso del Agregado Norte, los embalses de Neusa, Sisga y Tominé alcanzan niveles del 79,82 %, 67,06 % y 45,94 %, respectivamente.

Por su parte, los embalses Chisacá y La Regadera, del Agregado Sur, se mantienen relativamente estables con un 88,41 % de capacidad. El embalse El Hato, en el municipio de Carmen de Carupa, registra un nivel del 84,64 %.

Estrategias para enfrentar la crisis

La administración local, junto con la Gobernación de Cundinamarca, ha anunciado iniciativas para mitigar los efectos de la escasez de agua.

Entre las medidas, se destaca la realización de estudios en varios municipios, como Sopó, Cajicá y Funza, para identificar fuentes hídricas subterráneas y evaluar las posibilidades de abastecimiento en la región.

Asimismo, se implementará un proyecto de captación de agua lluvia, que incluye la distribución de 15.000 kits con canales y tanques de almacenamiento de 1.000 y 2.000 litros para las comunidades rurales. Este plan tiene un presupuesto de 49.000 millones de pesos.

Adicionalmente, se anunció una inversión de 135.000 millones de pesos para ampliar la capacidad del embalse Neusa, lo que permitirá incrementar el almacenamiento en tres millones de metros cúbicos adicionales de agua potable. Este proyecto beneficiará tanto a los acueductos regionales de Zipaquirá y Nemocón como a Bogotá y La Sabana.

Perspectivas para 2025

El pronóstico para este año es poco alentador. Aunque el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) prevé lluvias moderadas en abril y mayo, estas no serán suficientes para recuperar completamente los niveles históricos de los embalses.

La segunda mitad del año, caracterizada por la temporada seca, plantea un desafío para la gestión del agua en la región.

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