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Política arancelaria de EE.UU. reconfiguraría el agro mundial
La política comercial impredecible de Donald Trump empuja a varias potencias a buscar nuevos aliados estratégicos, mientras países como Colombia reajustan su estrategia exportadora.

La política comercial errática del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, podría causar daños duraderos al sector agrícola global, según advirtieron analistas de The Economist. Las decisiones arancelarias imprevistas y la constante volatilidad han comenzado a alterar cadenas de suministro construidas a lo largo de décadas, generando incertidumbre y forzando a las naciones a buscar nuevas rutas de intercambio.
Uno de los movimientos más significativos proviene de China, que ya redirecciona sus compras de soya a Brasil, mientras que la Unión Europea explora nuevos mercados en Asia y llena los vacíos dejados por la ausencia de Estados Unidos. Colombia, por su parte, refuerza vínculos con socios como Suiza y China en un intento por blindar su agroindustria.
Las consecuencias de esta guerra comercial liderada por Trump se sienten con especial fuerza en Asia, región altamente dependiente del comercio internacional. Empresas y gobiernos están reorganizando sus flujos y fuentes de producción. En 2024, China —el principal importador agrícola del mundo— fue el mayor mercado para los productos agrícolas estadounidenses, con compras por 29.250 millones de dólares. No obstante, el conflicto arancelario ha elevado los gravámenes a productos agrícolas de EE.UU. hasta un 135%, llevando a China a fortalecer sus lazos comerciales con Brasil, Argentina, Australia y la Unión Europea.
Productos como vísceras de cerdo y patas de pollo, con escasa demanda en el mercado estadounidense pero muy apreciados en la cocina china, también cambiarían de origen.
La Unión Europea también ha tomado cartas en el asunto. Christophe Hansen, comisario europeo de Agricultura, planea una gira en busca de nuevos mercados en Asia y Latinoamérica, con el objetivo de reducir la dependencia de importaciones y robustecer la producción interna. España, en esa misma línea, está reforzando vínculos con Vietnam, China y Uzbekistán.
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México, aunque aún depende fuertemente del mercado estadounidense para sus exportaciones agrícolas (el 90% de sus frutas frescas van a ese destino), ha logrado diversificarse hacia países como Canadá, Japón y España, reduciendo paulatinamente su exposición a las decisiones de Washington.
En cuanto a Colombia, el impacto no es menor. Según Analdex, el país exporta cada año alrededor de 15.000 millones de dólares a EE.UU., de los cuales casi la mitad corresponden a productos agrícolas. No obstante, frente al trato preferencial que seguirán teniendo Canadá y México, productos colombianos como café, plátanos, limones, aguacates y flores podrían perder competitividad.
“La diferencia de precios generará una preferencia por productos mexicanos”, advirtió Javier Díaz, presidente de Analdex. Por eso, Colombia ya fortalece sus lazos con Suiza y China, con miras a consolidar exportaciones de banano, aguacate Hass y café hacia esos destinos. “A largo plazo, Suiza podría escalar entre los 10 principales socios comerciales de Colombia”, añadió.
Jorge Bedoya, presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia (Sac), afirmó que cualquier decisión en Washington afecta directamente a Colombia, dada su alta dependencia del mercado estadounidense. Además, una eventual represalia desde Bogotá sería contraproducente, considerando que gran parte de los insumos agroindustriales del país —como maíz, frijol y torta de soya— provienen de Estados Unidos.
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