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Así se perfila la final del Mundial 2026 en Estados Unidos: candidatos y sorpresas, así le irá a Colombia

Estos serían los finalistas del torneo orbital. El papel de la tricolor en el torneo de la FIFA.

infantino mundial 2026
Por Agencia Periodismo Investigativo | Sáb, 06/12/2025 - 20:55 Créditos: Gianni Infantino - Instagram fifaworldcup

En la noche del 19 de julio de 2026, el New York/New Jersey Stadium —nombre que usará MetLife Stadium durante el torneo— será el centro del planeta fútbol.

Allí se jugará la final del primer Mundial de 48 selecciones, un torneo de 104 partidos en 39 días repartidos entre Estados Unidos, México y Canadá, con la gran definición programada para ese domingo en East Rutherford, Nueva Jersey.

Es la historia de una final que empezó a escribirse este viernes, cuando la FIFA sorteó los 12 grupos de la Copa del Mundo 2026.

El nuevo formato reúne 12 zonas de cuatro equipos (de la A a la L). Cada selección disputará tres partidos, avanzarán a octavos de final 32 equipos: los dos primeros de cada grupo más los ocho mejores terceros.

Esa estructura alarga la ruta al título, que ahora exige superar ocho partidos en lugar de los siete tradicionales, y hace que el camino hacia la final sea más sinuoso, con más espacio para sorpresas… y también para que los gigantes se equivoquen.

Trofeo de la Copa Mundial de la Fifa- Instagram Fifa

Un sorteo que acomodó a las potencias

La FIFA no solo ubicó a los 48 equipos en grupos, también “sembró” a las cuatro mejores selecciones del ranking —España, Argentina, Francia e Inglaterra— en extremos distintos del cuadro, con un sistema de cabezas de serie que impide que se crucen entre sí antes de semifinales, siempre que ganen sus grupos.

España quedó en el Grupo H, junto con Uruguay, Arabia Saudita y Cabo Verde, un grupo en el que, la disputa real será con la Uruguay de Marcelo Bielsa por el primer lugar, mientras las otras dos selecciones parten un escalón por debajo.

Argentina, campeona vigente, encabeza el Grupo J frente a Argelia, Austria y Jordania, un cuadro que los expertos consideran exigente pero manejable para que la Albiceleste termine arriba.

Francia aterrizó en el fuerte Grupo I con Senegal, Noruega y el ganador del repechaje intercontinental 2 (Bolivia, Surinam o Irak), donde se anticipan duelos de alto nivel como Mbappé contra Haaland.

Inglaterra, por su parte, lidera el Grupo L con Croacia, Ghana y Panamá, un grupo que recuerda a Rusia 2018 y en el que los ingleses parten como favoritos.

El sorteo también dejó encuadres seductores: Brasil y Marruecos comparten el Grupo C; Alemania abre en el Grupo E contra Ecuador, Costa de Marfil y Curazao; y Portugal cayó en el Grupo K con Colombia, Uzbekistán y el ganador del repechaje intercontinental 1 (DR Congo, Jamaica o Nueva Caledonia).

Las selecciones locales recibieron un guiño: México será cabeza del Grupo A ante Corea del Sur, Sudáfrica y el ganador del repechaje europeo D; Canadá lidera el Grupo B con Suiza, Catar y el ganador del repechaje A; Estados Unidos manda en el Grupo D frente a Paraguay, Australia y el vencedor del repechaje C.

Todas disputarán la fase de grupos en casa, algo que la FIFA diseñó para maximizar el impacto del torneo en cada país organizador.

Argentina, actual campeón del mundo- Instagram Fifa

Un cuadro largo y enredado hasta llegar a Nueva Jersey

Con el calendario completo publicado, ya es posible trazar, al menos en el papel, cómo podría llegar un equipo a la final. La última ronda de grupos terminará el 27 de junio; del 28 de junio al 3 de julio se jugarán los dieciseisavos (la nueva ronda de 32 equipos); del 4 al 7 de julio se disputarán los octavos; entre el 9 y el 11 se celebrarán los cuartos de final; las semifinales se jugarán el 14 y 15 de julio en Dallas (AT&T Stadium) y Atlanta (Mercedes-Benz Stadium); el partido por el tercer puesto será el 18 en Miami; y la final, el domingo 19, en Nueva Jersey.

El cuadro de dieciseisavos está predefinido: por ejemplo, el ganador del Grupo E se medirá con uno de los terceros de los grupos A, B, C, D o F; el ganador del Grupo J se cruzará con el segundo del H; el ganador del Grupo I enfrentará a un tercero procedente de los grupos C, D, F, G o H; y el campeón del Grupo L jugará contra un tercero de E, H, I, J o K.

A partir de ahí, los cruces se encadenan hasta que los ganadores de las semifinales se encuentren en el partido 104 del torneo, la final en Nueva Jersey.

Esta ingeniería de cruces hace que la ventaja de acabar primero de grupo no sea solo simbólica: condiciona ciudades, días de descanso y nivel de dificultad.

En torneos extensos, el desgaste acumulado y los viajes internos pesarán tanto como la táctica.

Una final entre gigantes: el escenario más probable

Si se cumplen el ranking FIFA, las previsiones de analistas y el orden lógico de las plantillas, la final más probable en MetLife enfrenta a uno de los cabezas de serie España o Argentina —que compartirían mitad de cuadro— con uno de los otros dos gigantes, Francia o Inglaterra, ubicados en la otra ruta.

España llega como número uno del mundo y reciente campeona de la Eurocopa, con una generación encabezada por Lamine Yamal y Pedri que alimenta la narrativa de un equipo completo, con la pelota como eje y juventud en todas las líneas.

Francia, en cambio, representa la fuerza física y la pegada: viene de dos finales consecutivas (2018 y 2022) y sigue comandada por Mbappé, rodeado de una base extensa de futbolistas en clubes de élite.

Imaginar esa final hipotética no es descabellado: España contra Francia, el 19 de julio, en un estadio de 82.500 espectadores que ya albergó un Super Bowl y la final de la Copa América Centenario.

A un lado, una Roja que habría tenido que superar un cuadro que podría cruzarla con Alemania o Bélgica en cuartos y con Argentina en semifinales, si también los favoritos cumplen. Al otro, una Francia que llegaría tras un camino con duelos potenciales ante Inglaterra, Portugal o Brasil en la fase de eliminación directa.

En lo futbolístico, esa final condensaría dos estilos que ya se han enfrentado en la Eurocopa y la Nations League: la circulación paciente de España contra las transiciones rápidas y el poder de ataque francés.

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El relato estaría cargado de duelos individuales —Yamal frente a Mbappé, Rodri contra Tchouaméni, los laterales españoles sufriendo las diagonales de los extremos franceses— y de búsqueda de revancha histórica para los galos, que vieron escapar el título en la tanda de penaltis de Catar 2022.

Pero el escenario puede cambiar con facilidad: una Argentina que llegue embalada desde un Grupo J en el que parte como favorita podría volver a irrumpir en la final, con o sin Lionel Messi, si supera un posible cruce de cuartos contra el ganador del Grupo H (España o Uruguay) y una eventual semifinal ante el campeón de otra llave europea.

Inglaterra, por su parte, tiene una ruta que, de ganar el Grupo L, le permitiría moverse principalmente en la costa este y en México hasta una posible semifinal en Atlanta, lo que reduce desplazamientos y le da un margen competitivo.

En cualquier caso, la sensación compartida por varias coberturas especializadas es que, si las grandes potencias evitan accidentes en la fase de grupos, el cuadro está construido para facilitar un desenlace entre superpotencias.

El papel de los anfitriones y el factor norteamericano

La final también estará condicionada por lo que hagan los tres países anfitriones. México abrirá el torneo en el Estadio Azteca frente a Sudáfrica y, si lidera el Grupo A, podría tener un cruce relativamente abordable en dieciseisavos ante un segundo de otro grupo, lo que alimentaría la expectativa local de, por fin, romper el techo de los octavos de final.

Estados Unidos, cabeza del Grupo D y con todos sus partidos de grupo en la costa oeste y en Vancouver, intentará aprovechar el factor casa y el crecimiento de su generación liderada por jugadores de la Premier League y la Serie A.

Su objetivo mínimo, según plantean voces oficiales y técnicas, es alcanzar al menos los cuartos de final, algo que solo hizo en 2002.

Canadá, que completará su segunda participación mundialista consecutiva, se enfrenta a un grupo complejo, pero si se cuela entre los mejores terceros, puede convertirse en esa selección de casa que incomoda a cualquiera en una llave de eliminación directa, especialmente en estadios adaptados al frío y la logística canadiense.

Aunque no es sencillo imaginar a alguno de los anfitriones en la final, el calendario de sedes garantiza que el tramo decisivo —cuartos, semifinales y final— se jugará íntegramente en Estados Unidos.

Eso significa estadios NFL adaptados al fútbol, con superficies y climas diversos, y una organización pensada para que el espectáculo televisivo sea tan trascendente como el desarrollo deportivo.

Estadio de New York- New Jersey, sede de la final del Mundial 2026 - Instagram Fifa

Colombia, el sueño de llegar a Nueva Jersey

Para Colombia, el sorteo significó entrar en un grupo de alto perfil, pero no imposible: compartirá el Grupo K con Portugal, Uzbekistán y el ganador del repechaje intercontinental 1 (DR Congo, Jamaica o Nueva Caledonia).

De acuerdo con el análisis de la expertos Portugal y Colombia deberían avanzar sin mayores sobresaltos a la fase de eliminación directa, lo que haría del duelo entre ambos la batalla por el primer lugar y, con ello, por un camino menos enredado en la fase de cruces.

Si Colombia termina segunda de su grupo, el formato la enviaría al partido 83 de dieciseisavos, contra el segundo del Grupo L, es decir, con alta probabilidad, contra Croacia, subcampeona en 2018 y tercera en 2022.

Un choque así en Toronto sería un examen inmediato del peso de la Tricolor en el máximo escenario.

Un eventual triunfo colocaría a Colombia en octavos frente al ganador del cruce entre el campeón del Grupo H (España o Uruguay) y el segundo del J (probablemente Austria o Argelia).

A partir de ahí, cualquier avance la pondría, ya en cuartos o semifinales, ante alguno de los grandes candidatos europeos o sudamericanos.

La ruta es exigente, pero también ofrece la posibilidad de que Colombia sea protagonista del relato mundial si encadena una serie de partidos perfectos.

Si, en cambio, la selección de Néstor Lorenzo logra un golpe de autoridad y gana el Grupo K, jugaría el partido 87 de dieciseisavos contra uno de los terceros de los grupos D, E, I, J o L, un rival, en teoría, menos duro que el segundo de un grupo fuerte.

Allí un buen resultado podría catapultar a Colombia a un cuadro donde, tarde o temprano, se encontraría con potencias como Francia, Inglaterra o Brasil. El techo, como siempre en los Mundiales, estaría definido por su capacidad de sostener la intensidad y la eficacia durante un mes entero.

En cualquiera de los dos escenarios, el duelo de grupo frente a Portugal y a un Cristiano Ronaldo que muy probablemente afrontará su último Mundial será una vitrina global para figuras colombianas como Luis Díaz, y un termómetro real para medir si la selección está a la altura de soñar con llegar a Nueva Jersey.

Una final marcada por el contexto político y económico

La final del Mundial 2026 no solo será un evento deportivo: también estará atravesada por el contexto político que ya rodea al torneo.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha advertido que podría reubicar partidos en ciudades con altos índices de criminalidad o cuyos gobiernos locales estén enfrentados a su administración, una posibilidad que la propia FIFA no ha descartado por completo y que podría obligar a cambios logísticos.

Además, el modelo de 16 sedes y casi 80 partidos en suelo estadounidense implica un negocio multimillonario en boletería, derechos de televisión, patrocinio y turismo.

New York/New Jersey, lugar de la final, aspira a consolidarse como un epicentro del fútbol global, con una infraestructura que ya fue probada en la Copa América y que ahora se prepara para el evento más visto del planeta.

Sea cual sea el cruce —España contra Francia, Argentina contra Inglaterra u otra combinación impulsada por las sorpresas que siempre aparecen en los Mundiales— la final del 19 de julio de 2026 tendrá un sello particular: será el cierre de la edición más extensa, con más partidos, más viajes y más protagonistas de la historia del torneo.

Un Mundial en el que, paradójicamente, habrá más margen para que los gigantes confirmen su dominio, pero también más oportunidades para que un tercero inesperado rompa el guion y llegue, contra todo pronóstico, a esa noche en Nueva Jersey.

 

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