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Cómo la violencia arrebató la vida de Diana Turbay en 1991 y la de su hijo Miguel en 2025
La tragedia que une el asesinato de Diana Turbay con la muerte de Miguel Uribe Turbay.

El 25 de enero de 1991, la periodista Diana Turbay cayó mortalmente herida en un fallido operativo de rescate tras casi cinco meses de secuestro ordenado por Pablo Escobar, en pleno auge de la campaña narcoterrorista contra la extradición.
Treinta y cuatro años después, su hijo menor, Miguel Uribe Turbay, heredero de una estirpe política marcada por la tragedia, libró su propia batalla contra la muerte: resistió más de dos meses en cuidados intensivos luego de un atentado sicarial, hasta que este 11 de agosto de 2025, al igual que su madre, perdió la vida a manos de la violencia que nunca dejó de acechar a su familia.
Diana Consuelo Turbay Quintero (Bogotá, 9 de marzo de 1950 – Medellín, 25 de enero de 1991) fue una periodista y abogada cuya trayectoria en televisión y prensa quedó trunca por el secuestro y posterior muerte a manos de la organización narcoterrorista de Pablo Escobar.
Hija del expresidente Julio César Turbay Ayala y madre de dos hijos —María Carolina Hoyos Turbay y Miguel Uribe Turbay—, su biografía mezcla formación jurídica, oficio periodístico y la marca indeleble de una violencia que atravesó a su familia y terminó por definir, décadas después, la vida pública de su hijo Miguel.
Criada en una familia de intensa vida política, estudió Jurisprudencia en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, pero eligió el periodismo como vocación.
En la televisión colombiana se abrió camino como reportera y presentadora hasta convertirse en directora del Noticiero Criptón, espacio que fundó en 1987 y que dirigió hasta el día de su muerte.
En paralelo, lideró la revista Hoy x Hoy, desde la cual cubrió la actualidad política con una agenda propia que le dio nombre y voz en la escena mediática de finales de los años ochenta.
Su primera unión con Luis Francisco Hoyos Villegas dio lugar al nacimiento de María Carolina; años después contrajo matrimonio con Miguel Uribe Londoño, con quien tuvo a Miguel.
La noticia impactó a un país exhausto por los asesinatos y atentados de los carteles. Crónicas conmemorativas y expedientes judiciales han señalado que su condición de hija de un expresidente elevó la presión del secuestro y la utilidad que Escobar le atribuía como rehén, en un momento en que el Estado discutía salidas jurídicas frente a la extradición.

A treinta años de los hechos, los balances insisten en el doble mensaje que dejó su muerte: el costo humano del periodismo en contextos de guerra y el efecto corrosivo del narcotráfico sobre la vida democrática.
El legado profesional de Turbay está asociado a esa generación de periodistas que cubrió, con precariedades de seguridad y medios, la irrupción de los carteles. Criptón y Hoy x Hoy simbolizaron una manera de hacer periodismo político desde la televisión y la revista, con equipos jóvenes y agendas propias.
Su nombre está hoy en programas de becas y homenajes públicos, y su historia se enseña como recordatorio de los riesgos que afrontan quienes informan en medio del conflicto.
En el plano íntimo y familiar, la ausencia de la madre marcó la biografía de su hijo menor, Miguel Uribe Turbay. Nacido en 1986, tenía cinco años cuando ocurrió el asesinato.
En entrevistas y perfiles recientes, meses antes de su asesinato, Miguel explicó cómo ese hecho moldeó sus preguntas, su carácter y su relación con la política, además de su discurso público sobre seguridad, justicia y memoria.
La referencia a Diana Turbay reapareció en su trayectoria —como concejal, alto funcionario del gobierno de Bogotá y luego senador— y volvió al centro de la conversación tras los hechos de violencia que él mismo sufrió en 2025, cuando distintas crónicas retomaron la tragedia que atravesó a su familia.
El 30 de agosto de 1990, cuando el gobierno de César Gaviria llevaba tres semanas en funciones y el narcoterrorismo presionaba para frenar la extradición, “Los Extraditables” tendieron una trampa a Turbay: le hicieron creer que obtendría una entrevista con Manuel Pérez, jefe del ELN. Salió de Bogotá con un equipo de cinco periodistas; al llegar a Antioquia, supo que estaba secuestrada.
Su cautiverio se convirtió en símbolo de esa campaña de terror que también afectó a otras figuras públicas y que Gabriel García Márquez narró años después en Noticia de un secuestro.
Lea también: (Magnicidio de Miguel Uribe Turbay y la historia de los asesinatos de candidatos presidenciales en Colombia)
Cinco meses más tarde, el 25 de enero de 1991, un operativo policial en zona rural de Copacabana (Antioquia) se topó con los captores. En los intercambios de fuego, Diana Turbay recibió impactos de bala que comprometieron órganos vitales. Fue evacuada en helicóptero al aeropuerto Olaya Herrera y trasladada al Hospital General de Medellín, donde falleció poco después.
Las versiones sobre el origen de los disparos han sido motivo de controversia; lo cierto, documentado por crónicas judiciales y reconstrucciones periodísticas, es que murió durante ese intento de rescate. Su camarógrafo, Richard Becerra, fue rescatado con vida.
El legado profesional de Turbay está asociado a esa generación de periodistas que cubrió, con precariedades de seguridad y medios, la irrupción de los carteles.
Criptón y Hoy x Hoy simbolizaron una manera de hacer periodismo político desde la televisión y la revista, con equipos jóvenes y agendas propias.
Su nombre está hoy en programas de becas y homenajes públicos, y su historia se enseña como recordatorio de los riesgos que afrontan quienes informan en medio del conflicto.
En el plano íntimo y familiar, la ausencia de la madre marcó la biografía de su hijo menor también asesinado Miguel Uribe Turbay.
Nacido en 1986, tenía cinco años cuando ocurrió el asesinato. En entrevistas y perfiles recientes, Miguel ha explicado cómo ese hecho moldeó sus preguntas, su carácter y su relación con la política, además de su discurso público sobre seguridad, justicia y memoria.
La referencia a Diana Turbay reapareció en su trayectoria —como concejal, alto funcionario del gobierno de Bogotá y luego senador— y volvió al centro de la conversación tras los hechos de violencia que él mismo sufrió en 2025, cuando distintas crónicas retomaron la tragedia que atravesó a su familia.
Pero Miguel Uribe Turbay, senador y precandidato presidencial del partido Centro Democrático contó con suerte similar a la de su progenitora.
Falleció en la mañana de este lunes 11 de agosto de 2025 en la Fundación Santa Fe de Bogotá, donde permanecía internado desde el atentado sicarial del 7 de junio en el barrio Modelia, occidente de la capital.
Tenía 39 años. Con ello medicamente, cierra 65 días de manejo intensivo por daño neurológico severo derivado de las heridas de bala sufridas en campaña.
El último parte médico conocido antes del deceso, divulgado el sábado 9 de agosto, informó que su condición “revirtió a una condición crítica” por una hemorragia en el sistema nervioso central, lo que obligó a practicar nuevos procedimientos neuroquirúrgicos de urgencia y a reiniciar la sedación profunda y el bloqueo neuromuscular, con monitoreo hemodinámico y neurológico permanente.
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