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“Primero mi matrícula”: plan del gobernador Jorge Rey para que todos los niños de Cundinamarca estudien
Iniciativa que garantizará la educación de los alumnos en 2026. Se complementa con otro programa de becas universitarias en la región.
La mañana todavía no despega del todo en una vereda de Fusagasugá y el patio de la escuela ya está lleno de mochilas arrumadas, carpetas de plástico y filas improvisadas de padres con papeles en la mano. Sobre la pared, un aviso escrito en marcador grueso resume la escena: “Primero mi matrícula”.
Para muchos de esos niños, esa frase no es solo un eslogan oficial, sino la diferencia entre seguir en la escuela o quedarse en la casa ayudando en el cultivo, en la tienda o cuidando hermanos menores.
Ese es el escenario que el gobernador de Cundinamarca, Jorge Emilio Rey, dice querer cambiar con la campaña y concurso departamental “La Maleta Lista 2026 – Primero mi matrícula”, la estrategia con la que busca que en el calendario 2026 ningún estudiante del departamento se quede por fuera del sistema escolar.
El anuncio formal se hizo este miércoles 12 de noviembre: la Gobernación de Cundinamarca, a través de la Secretaría de Educación, presentó “La Maleta Lista 2026 – Primero mi Matrícula” como una campaña y, al mismo tiempo, un concurso dirigido a las 275 instituciones educativas departamentales de los 108 municipios no certificados.
La meta, descrita en el comunicado oficial, es clara: garantizar matrícula y permanencia escolar movilizando a familias, docentes, rectores y autoridades locales alrededor de una idea sencilla pero contundente: antes que cualquier otro gasto del año, primero la matrícula de los niños y jóvenes.
En los colegios, el mensaje empezó a aterrizar con una mezcla de presión y entusiasmo. Los rectores saben que el concurso no solo medirá cuántos estudiantes logran inscribir, sino también qué tan rigurosos son en la gestión de sus datos en el Sistema Integrado de Matrícula (Simat) y cuánta creatividad son capaces de desplegar para convencer a las familias.
La Gobernación definió tres categorías: mayor matrícula consolidada al 30 de noviembre de 2025, menor índice de inconsistencias en SIMAT al 30 de octubre y mejor pieza creativa —video, jingle o diseño gráfico— para promover la matrícula.
Las evidencias deben enviarse a la Secretaría de Educación y las piezas circular en redes sociales con la etiqueta #MaletaLista2026 y menciones a @GobernacionDeCundinamarca y @SecEducacionCundi.
En una escuela de Soacha, un grupo de estudiantes de grado décimo se encierra en la sala de informática para grabar el jingle con el que quieren competir.
Afinan letras, discuten ritmos y repiten tomas con un celular alzado sobre una pila de cuadernos. El rector, que hace cuentas con las hojas impresas del SIMAT, ve en ese video algo más que un recurso pedagógico: sabe que si logran aumentar la matrícula y reducir errores en los reportes, el colegio puede ganar premios que van desde salas STEM hasta dotaciones y mejoramientos de infraestructura, según lo ha explicado el propio gobernador.
En su cuenta de X y en intervenciones públicas, Jorge Rey ha presentado “Primero mi matrícula” como un llamado a la creatividad y a la anticipación.
La competencia, ha dicho, no es solo por cantidad de estudiantes inscritos, sino por la calidad de las estrategias que utilicen las instituciones para llegar a las familias: la mejor campaña, el jingle más pegajoso, la pieza gráfica más clara.
El objetivo político y administrativo es que la matrícula no se concentre en las últimas semanas antes del inicio de clases, cuando los cupos escasean y la deserción se camufla entre trámites tardíos, sino que se adelante desde noviembre, con seguimiento en tiempo real de quién entra, quién se queda por fuera y quién regresa al aula después de haber abandonado.
La secretaria de Educación de Cundinamarca, Genny Milena Padilla, ha puesto el acento en el carácter colectivo de la apuesta. En el comunicado oficial describió la campaña como “un llamado a la acción” en el que padres, docentes, rectores y autoridades deben unirse para que ningún niño ni adolescente quede por fuera de la escuela, y recordó que la Gobernación está desplegando recursos, acompañamiento y herramientas para facilitar la matrícula en cada barrio y vereda.
En la práctica, eso significa jornadas de inscripción adelantadas, brigadas de matrícula en plazas públicas, visitas a zonas rurales dispersas y campañas de comunicación adaptadas a contextos donde no siempre hay conexión estable a internet.
En municipios como Zipaquirá y Fusagasugá, la cronología de la campaña se cruzó con otra realidad: la de familias que han visto cómo, pese a la existencia de la política nacional de gratuidad en la matrícula, los costos de transporte, alimentación o útiles escolares siguen siendo una barrera.
La Ley 2307 de 2023 y la Política de Gratuidad “Puedo Estudiar” del Ministerio de Educación buscan que los estudiantes de pregrado en instituciones públicas no paguen matrícula, pero esa política se concentra en educación superior y depende de requisitos como el Sisbén y la disponibilidad de cupos y recursos en cada institución.
“Primero mi matrícula” se ubica, en cambio, en la educación básica y media del departamento. La campaña parte de una constatación que conocen bien rectores y docentes: la deserción en estos niveles tiene tanto que ver con la pobreza como con la falta de seguimiento cercano.
En algunos municipios, las niñas se quedan en casa a cuidar hermanos mientras los niños salen a trabajar; en otros, el trayecto a pie hasta la escuela es largo y costoso, y las familias dudan entre invertir en transporte o asumir que el hijo “repetirá el otro año”.
Al rodear el proceso de matrícula de un concurso, de vigilancia sobre los datos y de premios visibles, la Gobernación intenta convertir un trámite burocrático en un momento comunitario, donde los padres sientan que inscribir a sus hijos también es ser parte de una campaña departamental.
Para entender el alcance de “Primero mi matrícula” hay que leerlo junto a otro programa que Rey viene impulsando con fuerza: “Cundinamarca Más Profesional”, un fondo de créditos condonables para educación superior que se presenta como el plan educativo más ambicioso en la historia del departamento.
Ese programa ya ha beneficiado a unos 2.000 jóvenes en su primera fase, con el compromiso de condonar la deuda si el estudiante se gradúa, y cuenta con el apoyo de al menos 59 universidades públicas y privadas en todo el país.
La Gobernación calcula inversiones semestrales cercanas a los 44.000 millones de pesos y ha informado que para 2025 la demanda llegó a más de 5.300 postulaciones, lo que obligó a ampliar la bolsa a 12.000 millones de pesos solo en ese año.
En ese entramado, “Primero mi matrícula” funciona como la primera pieza de una escalera educativa: asegurarse de que los niños entren y se mantengan en la escuela básica; luego, que los adolescentes terminen el bachillerato; finalmente, que los jóvenes encuentren una opción real de acceder a la universidad sin quedar atrapados en créditos impagables del Icetex, en un contexto nacional donde la política de gratuidad en educación superior todavía está en despliegue y enfrenta restricciones fiscales.
Para Rey, según ha reiterado en entrevistas y comunicados, la educación es “la mejor salida para que un joven salga adelante”, una frase que repite tanto en el lanzamiento de fondos universitarios como en los mensajes con los que promociona la campaña de matrícula escolar.
La historia de una madre en Soacha ilustra esa conexión. Su hijo mayor accedió a un cupo en “Cundinamarca Más Profesional” para estudiar tecnología en sistemas en una universidad aliada.
No paga matrícula y recibe un apoyo pequeño de sostenimiento, condicionado a mantener un promedio mínimo.
El menor, que cursa sexto, estuvo a punto de perder el año pasado por no alcanzar a matricularse a tiempo después de una mudanza. Con “Primero mi matrícula”, la escuela de su barrio organizó una jornada de inscripción adelantada, con acompañamiento de funcionarios de la Secretaría de Educación que ayudaron a actualizar datos en SIMAT y a resolver dudas sobre traslados. “Nos llamaron, nos buscaron, no dejaron que lo dejáramos para después”, cuenta.
En esa familia se cruzan los dos niveles del proyecto: garantía de cupo en el colegio y puente hacia la educación superior.
Las metas y los plazos de la campaña están trazados: las instituciones tuvieron hasta el 30 de octubre para depurar inconsistencias en SIMAT, hasta el 30 de noviembre para consolidar su matrícula y hasta el 5 de diciembre para enviar las evidencias y piezas creativas.
La evaluación está prevista para el 12 de diciembre y la premiación al inicio del calendario escolar de 2026. En la Gobernación insisten en que el objetivo no es solo entregar reconocimientos, sino instalar un hábito: que cada año el departamento se anticipe a la matrícula y que las comunidades sientan que cada niño que regresa al aula es una pequeña victoria colectiva.
En contexto es la la estrategia de como una “campaña ambiciosa” busca garantizar educación universal en 2026, destacando tanto el componente administrativo —las metas de cobertura— como el simbólico, expresado en la imagen de una maleta lista antes de que termine el año escolar en curso.
En el fondo, lo que está en juego con “Primero mi matrícula” es la capacidad de un gobierno departamental de ir más allá de las cifras de cobertura y tocar las rutinas concretas de las familias.
De poco sirven las leyes de gratuidad si las vacantes se pierden por desinformación, miedo a los costos ocultos o apatía frente a la escuela.
La campaña surge en los patios de los colegios, en las emisoras municipales que suenan a primera hora con jingles hechos por estudiantes, en las reuniones de padres donde se explican formularios y se resuelven dudas sobre transporte, y en los reportes de SIMAT que por primera vez serán parte central de un concurso público.
Si en 2026 la matrícula plena se acerca a la realidad en Cundinamarca, una parte de la historia empezará a contarse con las tres palabras que hoy se repiten en carteles caseros y videos de celular: primero, mi matrícula.
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