Johan Sebastián Ortega cumplió 20 años, cinco días antes de su muerte. Vivía en Yopal, Casanare y el impacto de bala de un uniformado de la Policía de Tránsito y Transporte terminó con su vida. Este año se graduaba como bachiller de un colegio militar, mientras trabajaba en una ferretería.
Su relación familiar no era estable, vivía solo. A comienzos de 2020, el joven conoció a Jenny Carolina Prieto, también de 20 años, fue amor a primera vista y en junio de ese año se mudó a vivir con ella. Paradójicamente, ella es la principal testigo principal de su muerte.
La pareja se conoció por amigos en común y el 13 de septiembre, celebrarían su aniversario, sin pensar que la vida de Johan terminaría dos días antes. La Agencia de Periodismo Investigativo (API) habló con Jenny Carolina, quien reconstruyó los momentos vividos, tras conocerse que el 11 de septiembre se denunció la muerte de un joven a manos de la Policía de Tránsito de Yopal, en Casanare.
Recuerdos dolorosos e imborrables de la joven mujer. Ese día, cuenta Jenny, salió junto a Johan hacia la finca de su suegra “sin pensar lo que iba a pasar”. Al medio día Johan, recordado por Jenny por su “cabello castaño oscuro, ondulado, ojos rasgados, color canela”, recibió una llamada de su mamá. Le dijo que le tenía una novilla para regalarle por su cumpleaños número 20. Razón por la cual, la pareja planeó el viaje hacia el lugar.
Alrededor de las 4:00 de la tarde, la pareja emprendió el viaje a bordo de una moto Yamaha roja, de propiedad de Jenny y que tenía los papeles al día. El conductor era Johan y la mujer lo acompañaba en la parte trasera. Según Jenny, “La moto estaba recién reparada de motor”, por lo que se fueron “a menos de 60 km/h”, tomando 40 minutos en recorrer desde la salida de Yopal hasta Araguaney.
Sin embargo, Johan no tenía licencia de conducción y a la altura del kilómetro 17, vía La Chaparrera, notaron un retén de Policía de Tránsito. Decidieron no continuar el camino. Jenny recuerda que a Johan, un mes antes, ya le habían inmovilizado una moto por no tener la documentación. Por eso, se devolvieron, escondieron el vehículo y esperaron a que los uniformados se fueran para continuar el recorrido hacia la finca.
Al levantarse el retén, que regresaba hacia Araguaney, los uniformados de la patrulla le preguntaron a la pareja, que esperaba a la orilla de la carretera, para donde se dirigían y ellos respondieron que esperaban un bus. Por su parte, los policías se fueron detrás de otra persona que emprendió la huida al notar la patrulla, momento en el que la pareja quedó con el camino despejado para continuar sin autoridades a la vista.
Johan volvió a manejar la motocicleta durante, aproximadamente, tres kilómetros. En ese momento, Jenny notó que la patrulla había regresado a toda velocidad y estaba tras ellos pidiendo que se detuvieran. “Amor vienen los de tránsito, paremos”, le dijo al joven que respondió negativamente por miedo a que le quitaran el vehículo.
Las autoridades, por medio de los parlantes, pedían que se detuvieran, mientras que, según narra Jenny, “ellos nos cerraban, intentaban sacarnos de la vía” y Johan pedía que los dejaran seguir, que no tenían la licencia. A causa de tener el carro policial encima de ellos, Johan “comenzó a disminuir la velocidad, la policía propinó un disparo al aire, yo levanté las manos y pregunté por qué nos disparaban”.
Alrededor de las 5:20 p.m, cuando Johan frenó la moto y reclamó porqué les disparaban, el policía “saca el arma por la ventana y le propina un disparo en toda la aorta, por el lado izquierdo del cuello. La moto se fue de medio lado, nosotros caímos y él empezó a desangrarse”, recuerda Jenny en medio de lágrimas y con la voz entre cortada.
Según la versión de los uniformados, el disparo se propinó porque presuntamente Jenny estaba desenfundando un arma. Motivo que llevó al policía a disparar contra la pareja. Una razón, catalogada por Jenny como incoherente, pues afirma que hubiese sido “un suicidio” enfrentarse a los uniformados con un arma.
En medio de la desesperación, con una mano, la mujer le tapaba la herida a Johan y con la otra grababa lo que estaba ocurriendo. Por su parte, según el relato de la testigo, los uniformados descendieron del vehículo, grabaron y no auxiliaron al joven tirado en el suelo, aún con vida.
Uno de los uniformados graba al herido y otro hace una “serie de llamadas” cuenta Jenny. Además, amenazaron con poner comparendo a los carros que paraban a ver la escena. Así no permitieron que nadie auxiliara al herido. Según su relato, un médico se acercó al lugar a brindar los primeros auxilios, pero los uniformados le respondieron: “lárguese de aquí, no sea sapo”.
Tras 25 minutos, Johan había perdido mucha sangre, seguía tirado en la orilla de la carretera y sin recibir atención médica. “Llegó un carro rojo, se bajaron dos personas de particular, quienes afirmaron ser de la Sijin. Llegaron con una caja de guantes de látex y unos paquetes en una bolsa hermética y se los entregaron a los patrulleros, al que acababa de propinar el disparo y al que grababa”.
En estado de inconsciencia, Johan fue subido a la parte trasera de la patrulla de Tránsito y Transporte. Cabe resaltar que Jenny señala al intendente Pedro Ángel Álvarez de disparar contra su pareja sentimental, además del patrullero Silva, quien grabó al joven en medio de su agonía y quien afirmó tener un familiar juez, que resolvería el caso fácilmente.
En medio del desesperante hecho y con Johan empapado en sangre, un uniformado intentó quitarle, en varias ocasiones el celular a la joven. “Yo solo les pedía que me dejaran ir atrás para auxiliarlo, no me dejaron, me subieron a la fuerza, me amordazaron, me ultrajaron, no solamente eso, me intentaron esposar y yo no entendía por qué”, narró la joven en entrevista con API.
Luego de las peticiones de la mujer, un uniformado sacó a la fuerza el celular que estaba en las partes íntimas de Jenny. En el recorrido, la patrulla paró dos veces en la carretera, mientras los uniformados realizaban llamadas y cuando se encontraron con una ambulancia, “mi flaquito ya estaba muerto, ya tenía los ojitos abiertos, ya no tenía pulso, estaba pálido, se había desangrado”. En medio de los gritos de auxilio, un policía le dijo a Jenny “los muertos no hablan y los presos no tienen voz”. “Esta batalla la tiene perdida”.
Ahí, comenzó la travesía para Jenny. Johan ya había muerto, fue llevado a la ambulancia, mientras los funcionarios cuestionaban el transporte del cuerpo. Más tarde, según Jenny, Medicina Legal anunció que el hombre había sido hallado con dos disparos.
Por su parte, Jenny fue capturada y llevada a la Fiscalía. Según ella “le negaron los derechos a una llamada, no pudo informarle a su familia” y dos horas después, los uniformados llegaron con dos paquetes que eran el material probatorio contra la pareja.
“Ellos tuvieron toda la intención de matarme, me violaron todos mis derechos, me golpearon y me mataron al hombre que amaba. Me quitaron mi felicidad”, denuncia la mujer. En la Fiscalía dice que la amenazaron, la subieron a un carro y “me movían de lado a lado. Me llevaron a la central de tránsito, cerca al terminal, me llevaron al hospital, me movían de un lado a otro”. Todo esto sin razones y custodiada por otros dos policías de tránsito, diferentes a los que estaban involucrados en la muerte de Johan, asegura.
La mujer no rindió declaraciones, pero tras declararse ilegal su captura fue dejada en libertad 24 horas después. Entre tanto, presentó contusiones y hematomas en los brazos, en la espalda, en la cintura, en las piernas.
Un día después de lo ocurrido, desde la Policía Nacional se dio a conocer un comunicado de prensa que informaba “En desarrollo del procedimiento fue capturada una mujer de 20 años de edad, quien se movilizaba junto a la persona fallecida en una motocicleta Yamaha de color rojo; igualmente fueron incautados en el procedimiento 1.500 gramos de marihuana y un arma traumática”.
Información que fue negada por Jenny. La testigo negó tener si quiera una maleta el día de los hechos y aunque reconoce una incautación meses anteriores a la muerte de Johan, niega haber tenido alucinógenos y arma el día que su pareja sentimental murió tras el impacto de bala que propinó un uniformado de la Policía.
Entre tanto, las autoridades confirmaron el inicio de una investigación disciplinaria dentro de la Institución y “puso a disposición de la Fiscalía todos los elementos requeridos para que en el menor tiempo posible se aclare lo ocurrido”.
Por su parte, cinco días después de los hechos, el mayor general Juan Alberto Libreros, director de Tránsito y Transporte de la Policía lamentó lo ocurrido y confirmó que “el uniformado afronta un proceso penal, así como una investigación disciplinaria que determinará su grado de responsabilidad en el insuceso”.
A su vez, el director de la Policía, general Jorge Luis Vargas, ha insistido en que los uniformados que no efectúen los procedimientos formales establecidos por la institución tendrán que responder disciplinariamente.
Jenny Carolina, mientras tanto, es representada legalmente por el abogado Lenin Humberto Bustos, quien se ha encargado de realizar las denuncias del caso. Pues según Jenny, su mamá está siendo perseguida por carros con vidrios polarizados, le envían fotografías de familiares y la dueña de la casa donde vivía le ha pedido que abandone el lugar por temor a lo que pueda ocurrir.
Otro caso similar ocurrió en Miranda, Cauca. Los hechos ocurrieron el 24 de septiembre de 2020 cuando el soldado Cristian Saavedra Arias disparó contra un vehículo y causó la muerte de Juliana Giraldo, mujer trans y estilista de 35 años.
Sobre este hecho, la más reciente información dio cuenta que el militar fue enviado a la cárcel, tras ser revocada la detención domiciliaria en la que permanecía desde el 19 de mayo. Entre tanto, se esperan los resultados de la investigación por la muerte de Johan Sebastián Ortega que deja un hijo de 2 años y las amenazas y acciones contra Jenny Carolina Prieto.
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