El 28 de marzo de 1984, el entonces ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla, justo un poco más de un mes antes de ser asesinado, envió a la Aeronáutica Civil un oficio mediante el cual solicitó la cancelación del permiso de operación y navegabilidad de cuatro helicópteros.
La petición incluía además, revocar el certificado de carencia de informes por tráfico de estupefacientes para los propietarios de los helicópteros HK-3064, HK- 3007, HK-2791 y HK-2704.
En consideración de Lara Bonilla, quien también para ese momento era presidente del Consejo Nacional de Estupefacientes, las aeronaves estaban dedicadas al transporte internacional de cocaína.
El oficio fue ajustado el 10 de abril de ese año por el mismo funcionario, para aclarar que en la anterior comunicación del 28 de marzo no había detallado a cuáles aeronaves se refería y cuáles eran las matriculas correspondientes.
La comunicación le llegó a Juan Guillermo Penagos Estrada, quien para la época se desempeñaba como jefe de Departamento Administrativo de la Aeronáutica Civil, quien de inmediato comenzó a hacer las averiguaciones correspondientes, a revisar los soportes de la petición del ministro y a verificar quienes eran los propietarios de las aeronaves.
Para ese momento, el ministro Lara llevaba tan sólo ocho meses en el cargo. se posesionó en agosto de 1983 y a los pocos días enfrentaba una guerra. Se propuso destapar a Pablo Escobar y a un séquito de narcos. Incluso hasta había afrontado un montaje que le hicieron en el Congreso para tumbarlo del ministerio.
No obstante, desde joven sabía como liberar batallas en la vida, la política y la justicia. A los 18 años, Lara ya era militante en el Movimiento Revolucionario Liberal (MRL) y cinco años después fue alcalde de Neiva.
También fue gestor del movimiento Dignidad Liberal y con el apoyo del gobierno del expresidente Alfonso López Michelsen viajó a Bogotá y fue elegido representante a la Cámara. De allí, en 1.976 asumió como consejero económico de la embajada de Colombia en París.
Regresó al país y junto a German Vargas Lleras, Juan Lozano y Luis Carlos Galán confirmó el nuevo liberalismo. A comienzos de los ochenta, surgió su vertiginosa carrera política esta vez como senador y vendría una oferta tentadora del presidente Belisario Betancur; asumir como ministro de Justicia.
Lara le aceptó pero con la condición de que le diera la autonomía y respaldo para luchar con el enemigo de antes, de hoy y del futuro en Colombia; el narcotráfico. Entonces Betancur le dio vía libre.
Y cumplió su palabra. Desde el primer día empezó a enfrentar a Pablo Escobar y su Cartel de Medellín. Y como no a evidenciar todos sus tentáculos, en la empresa, la banca, el Congreso, las instituciones y hasta el fútbol.
“Fueron nueve meses muy duros. Desde el tercero ya le había dicho que dejara el Ministerio. Las amenazas eran terribles y perdimos la tranquilidad, pero Rodrigo nunca me hablaba de ese tema. Ya no confiaba en nadie y el instante más difícil fue cuando Galán, seguramente mal aconsejado, sugirió un Comité de Ética para que se aclarara el escándalo de un cheque de Evaristo Porras que apareció en su campaña al Congreso”, aseguró públicamente. Nancy Restrepo.
Y precisamente en este contexto, fue aglutinó a valientes hombres en el Estado y buscó ajustar varias entidades públicas para enfrentar a los narcos. Por eso, la información desde diversos frentes empezó a fluir y la guerra contra la mafia fue más que evidente.
Apareció entonces información sobre aeronaves al servicio del narcotráfico. Un frente vital para atacar su estructura y comenzar a derrumbar un emporio criminal que crecía sin límites.
Las pesquisas dieron sus frutos. Concretamente, entre otras de una aeronave usada para actividades ilícitas. En un primer oficio no la mencionó, pero luego de recibir mayores detalles, envío otro para pedir su incautación inmediata.
Se trató del helicóptero HK-2704. Registros oficiales ampliamente documentados por la prensa y la justicia, dan cuenta que la aeronave fue encontrada el 11 de marzo de 1984, en el operativo al complejo cocalero conocido como Tranquilandia, ubicado en márgenes de río Yari entre los departamentos del Caquetá y Putumayo.
Allí entre los siete laboratorios para el procesamiento de droga se encontraron 18 toneladas de droga y siete aeronaves y entre ellas la HK- 2704. Con una particularidad resultó ser de la compañía Aerofotos Amortegui. Esta empresa, según los registros mercantiles de la época, tenía como propósito vender tomas aéreas y de la cual Alberto Sierra Uribe, padre del expresidente Álvaro Uribe Velez, fue socio hasta el momento de su muerte en 1983.
En concreto, nueve meses antes de la denominada operación de Tranquilandia. Ello explica porqué la certeza del ministro Bonilla en su momento al pedir la incautación de esta y otras 37 aeronaves.
Y efectivamente, las aeronaves fueron incautadas mediante resoluciones, pero en físico, el Estado nunca las tuvo en su poder y todos los funcionarios responsables nunca fueron investigados y menos dieron cuenta de su ubicación. Por el contrario, en 1995 un fiscal ordenó su devolución y desaparecieron como por encanto.
En cuanto al helicóptero HK-2704, un mes antes del operativo, Jaime Uribe, hermano del político, lo vendió a Pedro Fidel Agudelo Chávez y el Carlos Amórtegui, socio de Alberto Uribe Sierra cedió los derechos de la aeronave y se quedó con todas la acciones de la empresa Aerofotos Amortegui Ltda.
En su momento, Álvaro Uribe explicó que se trató de un negocio que manejó su hermano Jaime, que el Helicóptero fue destruido en el asesinato de su padre y fue Jaime quien se encargó de los restos del aparato.
Este viernes 30 de abril, cuando se cumplieron 37 años del asesinato del ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla ordenado por Pablo Escobar, vuelve a circular un oficio a la Aeronáutica Civil, que trae de nuevo a la memoria si labor y los tentáculos del narcotráfico en todas las esferas.
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