Carolina Laguna fue trabajadora de Permoda, multinacional del sector retail con presencia en Colombia, México, Costa Rica, Ecuador y Panamá; con operaciones en China, Bangladesh e India.
La empresa nació en 1983. Abrió la primera tienda de Armi en el 86’, luego una de Pronto, B-Kul y para 2010 se dedicaron a “innovar y marcar la diferencia” a través de las tiendas KOAJ, o razón social Permoda.
Se trata de una próspera empresa que cuenta con más de 130 tiendas en 36 ciudades del país y que genera 6.000 empleos directos. Entre sus valores, se encuentra la innovación, la modernidad, el dinamismo y la velocidad, una característica que se les exige a los empleados, en todo el sentido de la palabra.
A inicios del 2022 estalló un escándalo de diversos abusos dentro de las tiendas de ropa Koaj. Tanto mujeres como hombres relataron a lo que se enfrentaron y que era desconocido a la opinión pública: maltrato psicológico, amenazas de desempleo, acoso sexual y laboral, entre otras, denuncias.
Pero la situación tiene un trasfondo. El maltrato no solo lo viven los trabajadores de las tiendas, sino también aquellos que están dentro del centro de producción. Uno de ellos está ubicado en la Zona Industrial Montevideo ubicado en la calle 20 # 69B - 79 en Bogotá.
Para la muestra un botón. Tras la experiencia en confección, Carolina Laguna comenzó a trabajar en la producción de prendas de la marca a inicios de enero de 2020. Con ella comenzó una historia que pasó de una oportunidad laboral a maltrato y deshumanización. A la Agencia de Periodismo Investigativo (API), Laguna narró su experiencia.
Koaj, Permoda se enfrentó a una avalancha de denuncias. Por medio de un comunicado, para finales de enero, informaron que rechazaban “tajantemente” las acusaciones de acoso laboral y sexual de ese entonces. No obstante, se inició internamente, un estudio de los casos y se anunció la suspensión de cargos de los involucrados, hombres en su mayoría.
Sin embargo, la misma situación ocurría dentro de las líneas de producción, bajo un ambiente laboral hostil. Carolina es tecnóloga industrial e inició su labor como instructora en Permoda. Su trabajo fue supervisado por su primera jefe, con quien no tuvo problema.
Dos personas que hablaron con esta Agencia confirmaron que la producción, encomendada a Carolina, era eficiente. Se producía el 100% y los tableros de producción diarios se cumplían. Aunque todo marchaba bien entre trabajadores, el trato de los superiores era diferencial: gritos, insultos, amenazas y hasta excusas para otorgar permisos para citas médicas, entre otros maltratos, refirieron trabajadores.
Luego de cambios de jefes, llegó a cargo de Carolina y de sus trabajadores, Giselle Poveda. Una mujer que, según la denunciante, comenzó el acoso laboral, en un caso que llevó a una pelea legal que aún no termina.
La producción marchaba a tope y se cumplían la cantidad de prendas diaria. Tras los resultados, la exigencia del 100% pasó a ser del 150 y 250%, de no cumplir o de cuestionar sobre la meta, la respuesta de los jefes era “usted no es indispensable”.
Pero no era la única presión hacia los trabajadores. Otro testigo, que trabajó en Permoda durante dos años, confirmó a esta Agencia que el trato era denigrante. Insultos, gritos, malas palabras y largas jornadas lo convirtieron en un trabajo inhumano.
En medio de las exigencias de la nueva jefe a cargo, el 14 de marzo de 2020, Carolina tuvo un accidente dentro de la planta de producción. Se tropezó con unas cajas y al caer, su rodilla presentó una complicada lesión que no fue reportada por su jefe a la Administradora de Riesgos Laborales, ARL, como accidente laboral.
Desde entonces, afirma Carolina que pasó del maltrato y acoso laboral a ser personal e injusto. Los médicos reportaron un “desgarro de meniscos” que dio a la afectada una incapacidad de tres días. Para ese entonces inició la emergencia sanitaria generada por el coronavirus y, por ende, la cuarentena obligatoria.
Tras ires y venires para ser atendida por la ARL y no por su seguro médico para que se confirmara que se había tratado de un accidente laboral, durante tres meses Carolina no tuvo actividad física, su problema médico aumentó y también la presión dentro de la empresa.
La movilidad de Carolina se vio afectada y si antes del accidente trabajaba en el segundo piso de la empresa, comenzó a ser enviada por Giselle Poveda al cuarto o primer piso por cualquier elemento. En medio del ajetreo por una nueva licitación, la presión aumentó y también las injusticias.
El contrato de Carolina tenía como función principal ser responsable de una línea de producción, lograr las metas y estar al tanto de cada uno de los operarios que tenía a su cargo. Al tener la nueva jefe, fue obligada a cumplir tareas que no le correspondían: barrer, ordenar o limpiar máquinas, entre otras actividades.
Las herramientas que debían ser aportadas por la empresa nunca fueron entregadas a Carolina. Ella laboró con sus propios elementos que más adelante, en medio de un trato hostil, le fueron despojados.
No había motivos ni explicaciones: los lockers era revisados “por seguridad”; los gritos para callarla frente a los operarios fueron recurrentes; la humillación hace parte del relato de los dos testigos de este caso contra la hoy denunciante.
A Carolina también le cambiaron el horario de trabajo en medio de la presión para que renunciara. Su molestia en la rodilla representaba un problema para su jefe. Cuando la EPS reportó que se trató de un accidente laboral, a Carolina le cancelaron el contrato sin motivo. En realidad, argumenta que el motivo fue la caída, que le generó una limitación laboral.
Tras argumentarse ausencias y otros motivos de despido, el 27 de octubre de 2021, Carolina se sometió a tres procedimientos quirúrgicos, que reposan en la historia clínica de la mujer de 38 años y que tuvo una incapacidad de 30 días.
Después se sometió a terapias. Cuatro meses en muletas y el envío de un derecho de petición ante el Ministerio de Trabajo por despido sin justa causa, liquidación de prestaciones sociales e indemnización moratoria.
Luego de dos años de limitación laboral, Carolina confirmó a esta Agencia que ha vivido para pagar la incapacidad tras el accidente. El próximo 18 de julio de 2022, el representante de Koaj, Permoda, Germán Orlando Piedrahita deberá presentarse ante el Ministerio para hacer presencia en una audiencia de conciliación por el caso.
Mientras tanto, los dos testigos consultados reconocen la vulneración de derechos que siguen ocurriendo dentro de la planta de producción: menos de 10 minutos de almuerzo; mínimos permisos para ir al baño; trato denigrante; gritos y maltrato. No obstante, la empresa niega cualquier maltrato a sus trabajadores o a quienes lo fueron en algún momento.
Frente a los reclamos de los trabajadores, las respuestas son las mismas: “Usted no es indispensable”; “demande que no nos importa”. Incluso, la salida de la empresa de los dos testigos se dio luego de evidenciar un trato bajo las palabras “inepta, bruta, les quedó con grande”; no era justo señalan hoy viendo la situación desde la barrera.
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