Publicidad
Publicidad
La “Jaime Martínez”: origen y proceder de la disidencia de las Farc señalada del atentado terrorista en Cali
Expansión y actualidad de una organización ilegal en el suroccidente colombiano.

La estructura conocida como “frente” o “columna móvil” Jaime Martínez es hoy uno de los ejes de la reconfiguración armada en el Cauca y el sur del Valle del Cauca.
Su radio de acción se extiende desde las montañas del norte caucano hasta los corredores fluviales del Naya y el Micay que desembocan en el Pacífico, y su accionar ha estado en el centro de la reciente escalada de violencia: el 12 de agosto de 2025, un ataque con drones contra un puesto fluvial en el río Naya dejó tres militares muertos y cuatro heridos; el Ejército atribuyó la acción a esta estructura.
Nueve días después, un atentado con explosivos frente a la base aérea Marco Fidel Suárez en Cali dejó al menos seis personas muertas y más de 60 heridas, hecho que autoridades locales relacionaron con disidencias asentadas en las montañas de Jamundí y el norte del Cauca.
Estos eventos reafirman el peso estratégico de la Jaime Martínez en el pulso por el control territorial y de economías ilícitas en el suroccidente.
Su origen
La Jaime Martínez surgió entre 2017 y 2018, en el vacío que dejó la dejación de armas de las FARC-EP. De antiguos mandos y milicias de los frentes 30 y 6, y de las columnas móviles Jacobo Arenas y Miller Perdomo, emergieron dos núcleos disidentes en el norte del Cauca: Dagoberto Ramos y Jaime Martínez.
Con el tiempo, esas células se integraron al Bloque Occidental “Comandante Jacobo Arenas” (BOCJA), hoy adscrito al llamado Estado Mayor Central (EMC) de las disidencias.
Informes de inteligencia identifican trayectorias diversas, con liderazgos de mandos medios que desconfiaron de garantías de seguridad y vieron oportunidades en rentas ilícitas locales.

La denominación “Jaime Martínez” responde a la tradición fariana de bautizar unidades con nombres de antiguos comandantes.
En el caso caucano, fuentes regionales recuerdan que el apelativo remite a un exjefe de la guerrilla caído hacia 2000, usado luego por las disidencias para reivindicar continuidad orgánica tras el Acuerdo de 2016.
Territorio y corredores: Naya, Micay, Jamundí y Buenaventura
La Jaime Martínez se afianzó en municipios como Suárez y Buenos Aires (Cauca), con proyección hacia López de Micay y el litoral, y avanzó sobre Jamundí y áreas rurales de Buenaventura (Valle).
Es una franja de alta relevancia logística: desde los cultivos y laboratorios en la cordillera se conectan rutas por los ríos Naya y Micay hasta el Pacífico.
Alertas Tempranas de la Defensoría del Pueblo han advertido desde 2023 y 2024 sobre el riesgo para población civil por acciones de la Jaime Martínez en esos municipios y sobre el endurecimiento de sus mecanismos de control social en Jamundí.
En 2025, la Defensoría alertó además por una posible expansión hacia la zona rural noroccidental de Popayán.
El mapeo independiente coincide: fichas técnicas y análisis de conflicto señalan a la Jaime Martínez operando de forma articulada con otras estructuras del BOCJA en la defensa de corredores hacia el Pacífico y regulando economías ilícitas en la ladera que une norte del Cauca y sur del Valle.
Mandos y reacomodos: de “Mayimbú” a “Marlon Vásquez”
El ciclo de expansión inicial tuvo como figura visible a Leider Johani Noscué, alias “Mayimbú”, exintegrante del Frente 6 de las FARC que, tras abandonar el proceso, encabezó la Jaime Martínez con énfasis en renta de marihuana, control territorial y violencia selectiva.

Fue señalado por ordenar homicidios de autoridades indígenas y por el asesinato de la candidata a la Alcaldía de Suárez, Karina García, en 2019.
Mayimbú fue abatido en junio de 2022 en zona rural de Suárez. Tras su muerte, el mando se reacomodó; estudios de 2023 sitúan a alias “Marlon Vásquez” como comandante, con subestructuras que actúan en Cauca y Valle.
En julio de 2025, medios atribuyeron a alias Marlon la orden del secuestro de nueve funcionarios y contratistas de la Gobernación del Cauca en López de Micay, quienes fueron liberados una semana después mediante una misión humanitaria.
Economías ilegales y alianzas
El financiamiento combina narcotráfico —cocaína y cannabis—, extorsión y minería ilegal. Informes especializados documentan que la Jaime Martínez, junto con otras subestructuras del BOCJA, controla rutas desde el suroccidente hacia el sur del Valle y regula el mercado de marihuana en municipios como Corinto, Miranda y Toribío.
En el litoral caucano, la Armada ha reportado centros de explotación aurífera ilegal en López de Micay bajo influencia de la columna.
Lea también: (Miguel Varoni se somete a nueva cirugía para tratar flacidez abdominal)
En el plano transnacional, investigaciones han consignado, con base en testimonios de expertos y autoridades, que carteles mexicanos —Sinaloa y Jalisco Nueva Generación— buscan articulación logística con disidencias del suroccidente; la profundidad y estabilidad de esos vínculos varía por zona y coyuntura.
Modus operandi y afectaciones a la población
Además de hostigamientos y emboscadas, la Jaime Martínez ha incorporado tácticas con explosivos improvisados, carrobombas y drones adaptados para lanzar granadas o morteros, como se vio en el ataque del 12 de agosto en el Naya.
La Defensoría ha descrito ciclos de confinamientos, desplazamientos, amenazas, reclutamiento y uso de menores, y regulación de la vida cotidiana mediante retenes y controles de movilidad, con impactos graves en comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinas.
Organismos de memoria y verificación internacional han registrado, en la serie pos-FARC, un incremento de acciones hostiles que acompañan estas prácticas.
Hitos recientes: Cali, Jamundí y el Pacífico
El 7 y 12 de junio de 2024, Cali y Jamundí sufrieron atentados con explosivos atribuidos a la Jaime Martínez, en un contexto de fractura del cese al fuego y de ofensivas estatales.

El 10 de junio de 2025 se produjeron acciones coordinadas en el suroccidente —incluido un carrobomba en Jamundí— que dejaron muertos y heridos; autoridades señalaron que la fecha coincidía con el tercer aniversario de la muerte de Mayimbú.
El 21 de agosto de 2025, un camión bomba explotó frente a la base aérea de Cali y, horas antes y días antes, se registraron ataques en Antioquia y en el Naya que ilustran la capacidad de proyección de las disidencias del BOCJA en varios frentes simultáneamente.
De los diálogos al rompimiento del cese y su efecto territorial
La Jaime Martínez se alineó con el EMC liderado por alias “Iván Mordisco” y transitó por ciclos de acercamientos y rupturas con el Gobierno.
El 17 de marzo de 2024, tras ataques contra la guardia indígena en Toribío atribuibles al BOCJA, el Ejecutivo suspendió el cese al fuego en Cauca, Nariño y Valle, y descartó pactar nuevos ceses sin cambios verificables en el terreno.
Desde entonces, las métricas de violencia en el suroccidente han reflejado la combinación de operaciones militares —especialmente en el Cañón del Micay— y reacomodos de las disidencias, con impactos sostenidos sobre la población civil.
¿Por qué importa hoy la “Jaime Martínez”?
Porque articula territorio, economías y proyección urbana: controla pasos hacia el Pacífico, regula rentas rurales (coca y marihuana) y ha mostrado capacidad para golpear centros urbanos como Cali y cabeceras municipales del Valle y Cauca.
Sus decisiones inciden en el riesgo humanitario de comarcas indígenas y afro del Naya y el Micay, y condicionan la seguridad en corredores donde confluyen EMC, ELN, Segunda Marquetalia y economías criminales locales.
De ahí que los más recientes secuestros y ataques —como el plagio colectivo de nueve funcionarios departamentales el 17 de julio de 2025 y el ataque con drones del 12 de agosto en el Naya— sean un termómetro de su poder territorial y su repertorio táctico.
Perspectivas
A corto plazo, el panorama en el norte del Cauca y el sur del Valle estará determinado por tres variables: la presión militar sostenida sobre los corredores del Naya y el Micay; la capacidad estatal de protección colectiva en cabeceras y resguardos —clave para evitar el desplazamiento recurrente y el reclutamiento—; y la evolución interna del EMC, donde cada ajuste de mando reconfigura alianzas y disputas locales.
Sin avances verificables en estos frentes, la Jaime Martínez seguirá operando como bisagra entre la cordillera y el litoral, con un impacto que trasciende lo rural y llega, de manera periódica, al corazón urbano del suroccidente.
Otras noticias
Etiquetas