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Chocó declara emergencia por lluvias: más de 34.000 afectados en 23 municipios
Miles de familias en la región damnificadas.

El departamento del Chocó fue declarado en emergencia este martes, luego de que el Comité Extraordinario Departamental de Gestión del Riesgo evaluara la magnitud de los efectos ocasionados por la actual temporada invernal.
La decisión fue anunciada por la gobernadora Nubia Carolina Córdoba, quien presentó un balance preliminar de las consecuencias generadas por las precipitaciones sostenidas que han impactado a buena parte del territorio chocoano durante el mes de junio.
De acuerdo con la información proporcionada por la administración departamental, las lluvias han provocado afectaciones en al menos 23 municipios.
Como resultado, aproximadamente 34.000 personas han sido registradas como damnificadas en lo que va del mes, muchas de ellas pertenecientes a poblaciones rurales e indígenas que han visto comprometidas sus viviendas, cultivos de subsistencia y vías de comunicación.
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La mandataria informó que, además del daño a los hogares, se han registrado pérdidas en cultivos agrícolas destinados tanto al autoconsumo como a la comercialización, así como afectaciones en infraestructuras públicas fundamentales, incluidas escuelas, centros de salud y carreteras de conexión intermunicipal.
La Gobernación ha estimado que la emergencia ha tenido consecuencias directas sobre unas 34.000 familias, cifra que podría incrementarse conforme avanzan las evaluaciones.
“La situación generada por las precipitaciones constantes y otros fenómenos asociados como avenidas torrenciales, crecientes súbitas y vientos fuertes ha superado la capacidad de respuesta ordinaria. En total, el fenómeno climático ha impactado a cerca de 109.000 personas, muchas de las cuales se encuentran en condiciones de alta vulnerabilidad social”, señaló Córdoba al término del comité de evaluación.
Ante este panorama, la Gobernación activó el Plan de Acción Específico (PAE), con el propósito de coordinar una respuesta institucional inmediata que permita la atención prioritaria de las comunidades más impactadas.
Esta ruta de respuesta incluye acciones de ayuda humanitaria, suministro de alimentos, habilitación de albergues temporales, entrega de kits de aseo y evaluación técnica de los daños en obras civiles.
La gobernadora indicó que la estrategia se desarrollará en articulación con el Gobierno Nacional, representado por el Ministerio del Interior, la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas y el Instituto Nacional de Vías (Invías).
Estas entidades conforman el grupo interinstitucional que participa en el Consejo Departamental de Gestión del Riesgo y que será responsable de ejecutar las acciones operativas y administrativas para enfrentar la crisis.
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“Hemos tomado esta decisión con base en la magnitud de los impactos acumulados en las últimas semanas. Se requiere una acción concertada entre los niveles nacional y territorial para mitigar las consecuencias y evitar que se profundicen las condiciones de riesgo”, explicó la mandataria.
Las autoridades departamentales también adelantaron que se está elaborando una caracterización más detallada de las afectaciones, con el apoyo de los alcaldes municipales y los comités locales de gestión del riesgo.
Esta información será clave para definir las necesidades más urgentes de cada comunidad y garantizar que la respuesta humanitaria sea proporcional y eficaz.
Entre los municipios con mayores reportes de afectaciones se encuentran Quibdó, Medio Atrato, Riosucio, Istmina, Condoto, Lloró, Nóvita, Tadó y Bajo Baudó, aunque otros territorios continúan actualizando sus reportes.
En varios de estos municipios se han identificado zonas rurales incomunicadas debido a derrumbes, pérdida de banca en vías terciarias y crecidas de ríos.
La gobernación también hizo un llamado a las autoridades ambientales, a los organismos internacionales y a las organizaciones no gubernamentales con presencia en el departamento para que se sumen a las labores de asistencia y rehabilitación.
El Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) había advertido desde finales de mayo sobre un aumento en la frecuencia e intensidad de las lluvias en la región Pacífica, derivado del tránsito hacia un periodo de normalización climática luego del fenómeno de El Niño.
Las autoridades locales reconocieron que, si bien existían alertas tempranas, las condiciones topográficas del departamento y la fragilidad de su infraestructura dificultan la preparación para eventos extremos.
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Mientras se consolida el despliegue de las ayudas institucionales, diversas comunidades continúan recurriendo a mecanismos de solidaridad local, como redes comunitarias de apoyo, ollas comunes y redes de radios comunitarias, que han servido para emitir alertas y coordinar evacuaciones preventivas.
Durante el mes de junio de 2025, el departamento del Chocó volvió a registrar uno de los niveles de pluviosidad más altos del país, en una situación que si bien es consistente con su comportamiento climático histórico, contrasta notablemente con lo ocurrido en otras regiones del territorio nacional.
Según el seguimiento meteorológico más reciente, en varias zonas del departamento se acumularon cerca de 287 milímetros de lluvia a lo largo del mes, una cifra que se mantiene dentro del rango habitual de precipitaciones para esta región del litoral Pacífico, pero que ha generado impactos significativos sobre comunidades rurales y urbanas debido a su intensidad sostenida y a la saturación de los suelos.
El Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) ha reiterado que el Chocó presenta condiciones estructurales propias de un clima ecuatorial muy húmedo, sin una estación seca definida, lo que explica por qué su pluviosidad mensual suele superar con amplitud la media nacional.
En municipios como Quibdó, las precipitaciones anuales pueden alcanzar los 9.000 milímetros, mientras que en localidades como Lloró se han documentado valores históricos de hasta 13.000 milímetros al año, ubicando a este territorio entre los más lluviosos del mundo.
Bajo ese contexto, la cantidad de lluvia caída en junio, aunque no representa un evento extremo, sí refleja la persistencia de una dinámica atmosférica que incide de manera directa sobre la vida cotidiana, la infraestructura y la actividad productiva de sus habitantes.
Al comparar este comportamiento con el de otras regiones del país, las diferencias se hacen evidentes. En la región Caribe, por ejemplo, ciudades como Barranquilla registraron promedios de aproximadamente 100 milímetros de lluvia durante el mismo periodo, es decir, menos de la mitad de lo que se acumuló en Chocó.
En la zona Andina, las precipitaciones fueron aún más bajas. Bogotá, por ejemplo, cerró junio con un estimado cercano a los 50 milímetros de lluvia, lo que representa menos de una quinta parte de la pluviosidad observada en el departamento del Pacífico.
Incluso en regiones con tradición de alta humedad como la Amazonía y los Llanos orientales, la actividad lluviosa en junio se mantuvo cercana al promedio nacional, pero sin alcanzar los niveles sostenidos del Chocó.
Estas disparidades no solo responden a las características geográficas y climáticas particulares de cada región, sino también a los efectos residuales del ciclo de transición posfenómeno de El Niño, que en el caso de Colombia se ha desarrollado hacia condiciones de neutralidad, con una probabilidad del 30 % de ingreso en fase La Niña durante el segundo semestre del año.
Este contexto ha generado lluvias moderadas en buena parte del país, pero con focos de alta intensidad en zonas tradicionalmente húmedas, como la región Pacífica.
En este sentido, los datos de junio confirman una tendencia ya conocida, pero que continúa generando retos para la gestión del riesgo, la infraestructura vial y la planificación territorial en departamentos como el Chocó.
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