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La IPS que funcionaba como una casa de tortura en Bogotá
Esta institución tenía sede en el barrio Normandia en donde rehabilitaban adictos a las drogas, entre otros
En el occidente de Bogotá se encontraba la sede del barrio Normandia de la IPS 'Resurgir a la Vida', era un centro de salud que supuestamente funcionaba como espacio de rehabilitación para personas con problemas derivados de consumo de drogas, ludopatía, problemas alimentarios, suicidio, entre otros.
El lugar fue intervenido por la Fiscalía y fueron capturadas cinco personas, entre ellas Jairo Masmela García, representante legal y director de la IPS, quien tendrá que responder por los cargos de tortura agravada, secuestro, amenazas y concierto para delinquir.
Tiberio y Álvaro Azcárate, Leonardo Casas y Paula Catalina Betancur fueros los otros capturados y que al igual que su jefe, tienen medida de aseguramiento privativa de la libertad y tendrán que enfrentar los respectivos procesos judiciales por el maltrato a los pacientes.
Para ingresar al lugar era necesario cruzar varias rejas y la puerta principal tenía muchos cerrojos, en la primera planta había una oficina, sala, baños, cocina y un patio muy oscuro con mallas eléctricas, en la segunda planta se encontraban los dormitorios.
A la Fiscalía llegaron más de 40 denuncias contra la IPS, en una de ellas las personas afirman que eran engañadas para ingresar al sitio, más específicamente, ingresaban dopadas o amaradas para que no se resistieran y hasta la revista Semana reveló una declaración de una víctima: "En el instituto me quitaron la ropa, me dejaron obligado, no me dejaban hablar con mi familia. Los facilitadores nos amarraban a la cama con cordones, a las sillas y nos tiraban baldes de agua fría y castigos como estar de plantón toda la noche. Lo peor es cuando me dicen que no iba a volver a ver a la familia. Todo lo supervisaban, cartas llamadas y visitas".
Los familiares de los pacientes que ingresaban a la IPS tenían que pagar sumas mensuales desde 1'500.000 pesos, todas las víctimas y sus familias relatan que nunca les hicieron terapia para ayudarlos con sus adicciones y que los pacientes eran aislados de sus parientes más cercanos, cuando se les permitía tener algún tipo de comunicación les hacían monitoreo para evitar que revelaran la situación.
Otro de los testimonios dados por El Tiempo, relata lo vivido un menor de 16 años que ingresó a la entidad por problemas derivados del consumo de sustancias psicoactivas: "Había una muchacha que era bipolar. Ella tomaba muchos medicamentos y se quedaba dormida. Le echaban agua con atomizador. A ella la doctora una vez la golpeó en la cara con un zapato y se la volvió nada".
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