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Jessica González, la barranquillera que podría ser la primera mujer negra y latinoamericana en ocupar una curul en el Parlamento de Cataluña
La mujer de 31 años, graduada en ciencias políticas y master en estudios africanos, tiene entre sus objetivos el reconocimiento de la división racial del trabajo. A continuación la entrevista que El Comején hizo a la activista aspirante al Parlament de Catalunya.
Jessica González es una mujer de 31 años oriunda de Barranquilla, Colombia, quien podría convertirse en la primera mujer negra y latinoamericana en ocupar una curul en el hemiciclo catalán, haciendo tándem con Jessica Albiach y el ex sindicalista Joan Carles Gallego por En Comú Podem, la organización de izquierda de la que también hace parte Ada Colau, la actual alcaldesa de Barcelona.
Jessica González se graduó como bachiller en su ciudad natal y luego viajó a Barcelona, donde estudió en la Universidad Pompeu Fabra y se graduó en ciencias políticas y luego hizo el master en estudios africanos. En la Universidad de Ohio, Estados Unidos, consiguió un master en comunicación y cambio social.
Su actividad social la inició en la asociación cultural El Parlante, además durante cuatro años fue directora de interculturalidad del Centro de Estudios Africanos de Barcelona. Actualmente es consejera técnica del distrito de Ciutat Vella de Barcelona y domina los idiomas castellano, catalán, inglés y francés.
¿Quién es Jessica González y por qué razones quiere llegar al Parlament de Catalunya?
Soy una barranquillera de 31 años que llegó a Barcelona en 2006 con el objetivo de estudiar Ciencias Políticas y bailar flamenco. Sin embargo, los logros académicos llegan a ser mezquinos en comparación con los procesos de aprendizaje que he tenido en esta parte del mundo. Principalmente, cuando empecé a formar parte de espacios de activismo, reflexión y prácticas concretas en torno a los feminismos, lo diaspórico, lo decolonial, lo joven como sujeto político, lo identitario, lo cultural y, en definitiva, lo comunitario. Haber trasegado por todos estos espacios me ha permitido entender que la decisión de aspirar a una curul no radica en que quiero llegar yo, en singular, sino que quiero que lleguemos, en plural, al Parlament de Catalunya. Con toda la experiencia y reivindicaciones colectivas de las comunidades con las que me he construido y de las que sigo aprendiendo personal y políticamente. Los espacios de poder que ganamos las personas históricamente excluidas no pertenecen a los individuos sino a la colectividad, a las comunidades a las que pertenecemos y a nuestras ancestras que lucharon para que algo como esto sea posible.
¿Por qué cree que vale la pena echarle una mano a En Comú Podem? ¿Que han hecho por la gente que reside en Cataluña?
El proyecto político de los Comunes ha demostrado con creces sus frutos a nivel municipal en Barcelona. Ese mismo proyecto político enfocado en ampliar derechos, combatir las desigualdades y cuestionar privilegios es el que se merece Cataluña. Barcelona, por ejemplo, se ha posicionado en 2020 por tercer año consecutivo como la primera gran ciudad española con mayor inversión social por habitante, mientras que Cataluña gastó 600 euros menos por habitante en servicios sociales, educación y sanidad que en 2009.
En materia de vivienda, que es una de las luchas principales y está en el ADN de los Comunes, se trabajó con colectivos de defensa del derecho a la vivienda en una modificación territorial en Barcelona que obliga a que un 30% de las viviendas nuevas que los promotores construyan o reformen integralmente en la ciudad sean de protección pública, ayudando a aumentar las viviendas disponibles y contrapesar la especulación inmobiliaria que echa a la gente de sus barrios.
En definitiva este tipo de iniciativas progresistas, que ponen la vida de las personas en el centro de las políticas públicas y en las que hemos trabajado cinco años en Barcelona son claves llevarlas a Cataluña. Más aún en un contexto de crisis social, sanitaria y económica debido a la pandemia. Así que la fórmula es hacer posible que se debe apostar por reforzar lo público y eso queremos hacer los Comunes en Cataluña.
A nivel del grupo parlamentario en Cataluña se abanderaron cantidad de iniciativas entre las que destacamos la aprobación del Servicio de Atención Pública de Salud Bucodentral y la ampliación de la Ley de violencias machistas. También gracias a los Comunes logramos que Cataluña tuviese presupuestos después de 3 años de prórroga.
Miles de latinoamericanxs radicados en Catalunya se dedican a los cuidados de la gente mayor y personas vulnerables. Un trabajo poco reconocido. ¿Qué opinas al respecto?
Vamos más allá de las tareas de cuidados de personas y agreguemos en esta categoría a lo que llamamos servicios esenciales. En 2020 hubo personas confinadas y no confinadas, estas últimas aseguraban la subsistencia cotidiana de las primeras. Eran quienes llevaban los productos a las tiendas, ordenaban en los estantes, limpiaban calles y edificios, atendían las cajas registradoras, barrenderos, carteros, repartidores, conductores de transporte y muchos más. Había cientos de personas latinoamericanas y nacidas fuera de Cataluña dentro de estos servicios esenciales.
Paradójicamente muchos de estos oficios están entre los peor pagados y menos valorados. Esto es producto de las estructuras patriarcales, capitalistas y cargadas de colonialidad en las que vivimos y que ordenan cómo se estructura la vida, el trabajo y las instituciones. Mucho se habla de la división sexual del trabajo, pero poco se habla de la división racial del trabajo. En España, además, hay una Ley de Extranjería cómplice en mantener ese orden y que impide que personas latinoamericanas que llegan con formación, experiencia y mucho potencial puedan ejercer sus profesiones con facilidad. Pienso pues que hay que atacar este racismo institucional de manera estructural que perpetúa estas relaciones de poder y generan precariedad.
Todo el arco parlamentario catalán aprobó por unanimidad hace unos años una moción de apoyo a los Acuerdos de Paz en Colombia. ¿Qué te preocupa de Colombia? ¿Qué crees que puedes hacer en el Parlament por Colombia?
Tengo dos preocupaciones principales. La primera claramente relacionada con los asesinatos de líderes y lideresas sociales, es sumamente preocupante no sólo por el hecho en sí, sino por la falta de respuesta por parte del gobierno y de los partidos políticos. Ni desde el legislativo ni del ejecutivo han sido capaces de diseñar una política pública contundente y radical en materia de garantías, prevención y protección para investigar y detener estos asesinatos al unísono. Sin esta voluntad política seguirá habiendo impunidad y más muertes
Mi segunda preocupación tiene un componente coyuntural -la pandemia- pero desafortunadamente es estructural en la historia de nuestro país. Me refiero a las desigualdades sociales y económicas que generan una violencia constante sobre la población y que también están impregnadas de la colonialidad que mencionaba antes. La falta de acceso a equipamientos sanitarios de calidad, falta de ayudas por parte del Estado y, en definitiva, la falta de garantía de derechos básicos que afecta en especial a la población afrodescendiente, indígena y campesina.
Por otra parte el papel de la comunidad internacional en el marco de los Acuerdos de Paz no se debería limitar exclusivamente a la financiación, su principal aporte debe servir de garantes del proceso en su totalidad. Desde el Parlament esperamos poder generar desde las Comisiones espacios de trabajo e instar al gobierno catalán a apoyar con experiencia en las cuestiones técnicas relativas al diseño e implementación de las políticas de postconflicto, de fortalecimiento institucional y participación ciudadana.
Tú eres una bailarina de ritmos vernáculos. ¿Cómo combinas el baile y la política?
Emma Goldman ya lo decía: “Si no puedo bailar, no quiero ser parte de tu revolución”. Sin embargo, la colonialidad del saber -que sólo atribuye valor al conocimiento producido desde la lógica eurocentrista- ha hecho que durante gran parte de mi vida haya intentado separar el baile de la política, mi pasión de mi vocación, el cuerpo de la mente. Es muy poco natural hacer esa separación y la dejé de hacer en el momento en que interioricé que lo personal es también político. Cuando bailo me conecto con mi cuerpo, con mi ser Caribe y cuando lo hago junto a Sentimiento Cimarrón (grupo de danzas afrocolombianas al que pertenezco), me conecto también con mi comunidad.
Por otra parte si bien es cierto los ritmos y bailes latinos han ganado cada vez más terreno en el ocio nocturno catalán, la asignatura pendiente continúa siendo la casi nula presencia de personas latinoamericanas en las listas electorales, lo cual nos deja en situación de invisibilidad y, sobre todo, niega la posibilidad de enriquecer el debate político del país con conocimientos, discursos, mecanismos de toma de decisión y otros saberes que aportaríamos gracias a nuestra diversidad y riqueza interna.
Al menos la noche catalana está latinizada, ahora nos falta latinizar la política, los espacios de decisión, los movimientos sociales en general, el mundo de la empresa, las asambleas de barrio, etcétera. Con latinizar me refiero a que no solo nos “permitan” estar presentes, sino a que nuestras maneras de ser y hacer que entren en diálogo con las dominantes y las transformen, interaccionando con las de todas y todos los ciudadanos con bagajes migratorios y culturales varios de Cataluña. Esas maneras de ser y hacer incluyen un fuerte sentido crítico, la extrema importancia de lo colectivo y como decía Mario Benedetti: “defender la alegría como una trinchera”.
Con información de El Comején.
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