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Richard Ríos enciende Da Luz: así fue su primer gol en la Champions con Benfica ante el Napoli

El mediocampista, que ya suma un gol y dos asistencias en el torneo, firmó una noche clave para el equipo de José Mourinho y dio un giro simbólico a su historia reciente en Europa.

richard rios mourhino
Por Agencia Periodismo Investigativo | Mié, 10/12/2025 - 18:25 Créditos: Richard Ríos- Imagen de OG richardrios.m

Cuando el reloj del Estádio da Luz marcaba alrededor del minuto 20, el balón viajó desde la banda hacia el corazón del área y pareció detenerse un segundo sobre Lisboa.

Ivanovic ganó el duelo aéreo, bajó la pelota al centro del área y, entrando desde atrás, apareció Richard Ríos. Pie derecho, toque seco al costado izquierdo del arquero del Napoli.

No fue un remate violento, pero sí preciso, definitivo. Era el 1-0 y, sobre todo, era el primer gol del colombiano en la UEFA Champions League con la camiseta del Benfica.

La jugada coronaba un inicio de partido en el que el conjunto de José Mourinho había asfixiado al Napoli con presión alta y circulación rápida.

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El tanto de Ríos, en torno al minuto 19–20 de juego, abrió el marcador en un duelo que terminaría 2-0 a favor de las “águilas” gracias a otro gol de Leandro Barreiro en el segundo tiempo, resultado que consolidó al club portugués en la tabla de la nueva fase de liga de la Champions y prolongó la mala racha del Napoli como visitante en el torneo.

Para Ríos, mediocampista antioqueño de 25 años, no fue solo una estadística más. Fue el punto de quiebre de una narrativa que en pocos meses había pasado de la crítica al desquite.

En septiembre, su nombre había quedado asociado a un autogol en Stamford Bridge, cuando un desvío suyo dio la victoria 1-0 al Chelsea en la fase de grupos de la Champions, en el regreso de Mourinho al banquillo del Benfica frente a su antiguo club.

Ahora, en diciembre, el colombiano transformaba el recuerdo del error en una noche de reivindicación: gol, asistencia y ovación en Da Luz.

El contexto deportivo de la noche también era exigente. Benfica llegaba a la sexta jornada con la presión de hacer valer su victoria previa 2-0 frente al Ajax en Ámsterdam, su primer triunfo en la Champions de la temporada tras un inicio con cuatro derrotas consecutivas.

Ese resultado lo había devuelto a la conversación por los puestos de clasificación en la tabla única de la fase de liga, y el duelo ante el Napoli, en Lisboa, aparecía como un examen definitivo para confirmar la reacción.

El plan de Mourinho partía de una idea clara: apretar al Napoli desde el medio. Ahí, en esa zona de fricción, Ríos tenía un papel central.

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Desde su llegada al Benfica a mediados de 2025, procedente de Palmeiras, el colombiano había sido fichado como un mediocampista capaz de abarcar campo, ganar duelos y, sobre todo, ofrecer salida limpia con balón.

El club portugués pagó una cifra cercana a los 27–30 millones de euros por su pase y lo ató con contrato a largo plazo, una apuesta fuerte por un jugador que venía de consolidarse en el fútbol brasileño y de destacarse con Colombia en la Copa América.

Ante el Napoli, esa mezcla de trabajo y calidad se hizo visible desde el inicio. Ríos alternó entre la base del mediocampo, para recibir y girar ante la primera línea italiana, y la llegada sorpresiva a zona de definición, como en la jugada del gol.

En la acción del 1-0, Benfica encadenó varios toques en corto que desarmaron la presión napolitana, hasta que el balón fue abierto a la banda y servido al área.

El cabezazo de Ivanovic, más que un remate, fue una asistencia involuntaria: dejó la pelota en una zona donde, normalmente, aparece un delantero. Pero apareció un mediocampista colombiano.

El gol no fue el único aporte de Ríos en la noche. En el segundo tiempo se apuntó una asistencia en el 2-0 de Barreiro, culminando otra acción colectiva que partió del medio y se aceleró con un pase filtrado suyo.

La afición portuguesa y latinoamericana coincidió en la descripción: “noche mágica” para el antioqueño, que firmó gol y asistencia en un partido que Benfica necesitaba ganar para sostener su pelea por un lugar entre los clasificados directos a la fase de eliminación.

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Las cifras oficiales de la UEFA confirman la dimensión de su aporte en la Champions 2025-26: seis partidos disputados, 481 minutos en cancha, un gol, dos asistencias y un porcentaje de pases completados por encima del 86 %, con un promedio superior a 3 kilómetros de alta intensidad por encuentro.

Se trata de números que describen a un mediocampista que influye en ambos lados de la cancha y que encaja en el tipo de jugador que Mourinho suele privilegiar en sus equipos: intenso sin balón, fiable con él.

Pero la verdadera dimensión de ese primer gol en Champions solo se entiende al mirar hacia atrás. Ríos nació en Vegachí, un municipio del nordeste antioqueño, y durante buena parte de su adolescencia escuchó puertas cerrarse.

Por su estatura en ese momento, varios clubes lo descartaron en procesos de selección. El camino lo encontró, primero, en el fútbol sala: se formó en Alianza Platanera y desde allí llegó a la selección de futsal Sub-20 de Colombia, torneo en el que llamó la atención del Flamengo.

De Brasil a México, su carrera pareció romperse antes de despegar. En Mazatlán sufrió una rotura de ligamento cruzado que lo alejó de las canchas y lo llevó a considerar seriamente la idea de dejar el fútbol.

Sin embargo, volvió, encontró minutos y continuidad en Guaraní, se ganó un lugar en Palmeiras y terminó levantando títulos en el Brasileirao y el Campeonato Paulista, hasta convertirse en un mediocampista exportable a Europa.

Su fichaje por Benfica significó, en la práctica, su entrada definitiva en la élite europea. Compartir vestuario con figuras como Nicolás Otamendi y asumir el rol de volante central en un club habituado a las noches grandes de Champions no era un reto menor.

Las primeras semanas estuvieron marcadas por la adaptación: cambio de país, de idioma, de liga y, también, de expectativas.

El propio presidente del club, Rui Costa, tuvo que salir a respaldarlo públicamente tras el autogol en Londres y algunos altibajos en sus primeras apariciones, dejando claro que el Benfica no se arrepentía de haber apostado por él.

Por eso, cuando el balón cruzó la línea ante el Napoli y Ríos corrió hacia la esquina para celebrar, lo que se vio no fue un festejo más. Fue descarga y reivindicación.

Lo rodearon sus compañeros, lo señalaron las cámaras, lo anotaron los titulares: “primer gol de Richard Ríos en la Champions League con el Benfica”.

En las tribunas, la afición del club lisboeta, que ya había celebrado con él el título de la Supercopa de Portugal meses atrás, coreó su nombre.

En clave colombiana, el tanto también tiene peso simbólico. En un contexto en el que jugadores como Luis Díaz han reabierto el camino de los futbolistas del país hacia los grandes escenarios de Europa, el gol de Ríos en la Champions se suma a la lista de apariciones determinantes de colombianos en el torneo.

Su actuación ante el Napoli refuerza su papel como pieza estable en la selección nacional, donde ya suma más de una veintena de partidos y goles en amistosos y Copa América.

La noche en Lisboa dejó varias imágenes: Mourinho abrazándolo cuando fue sustituido, el gesto del colombiano mirando al cielo tras el gol, la captura de televisión que recorre redes con su remate entrando al arco del Napoli.

Para Benfica, fueron tres puntos vitales y un mensaje al continente de que el equipo portugués sigue siendo competitivo en la Champions.

Para Richard Ríos, fue algo más íntimo: la confirmación de que aquella carrera que estuvo a punto de detenerse por una lesión y que hace dos meses se vio resumida en un autogol, hoy también se puede narrar con un gol propio, en el torneo más importante de clubes del mundo.

En la estadística quedará que, en la temporada 2025-26, su primer gol en la Champions con Benfica llegó un 10 de diciembre, en el Estádio da Luz, frente al Napoli, en una noche en la que además asistió para el segundo tanto.

En la memoria del futbolista, probablemente, será el recuerdo de una jornada en la que Europa dejó de verlo como el jugador del autogol y empezó a mirarlo como lo que siempre buscó ser: un mediocampista colombiano capaz de decidir partidos grandes.

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