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Así era Jesús Elías Loaiza Arenas, el hombre más viejo de Colombia que murió a los 118 años
Estaba a una semana de cumplir los 119. Su historia de vida y familia.
Este 15 de febrero marcó el final de una era en Antioquia con el fallecimiento de Jesús Elías Loaiza Arenas, una figura emblemática de la región, a solo una semana de celebrar su 119 aniversario.
Nacido el 22 de febrero de 1905 en Amalfi, su vida se extendió a través de más de un siglo, convirtiéndose en un testimonio viviente de la historia y las transformaciones de su entorno.
Con una estatura de 1,63 metros y grupo sanguíneo O+, Jesús Elías encarnó la esencia de la vida campesina en la vereda El Zacatín, donde compartió su existencia con Hermelina Monsalve, su compañera de más de siete décadas, y sus 11 descendientes.
La pareja, que se estableció en una vivienda rural característica de la región, contribuyó a la comunidad con su esfuerzo y dedicación, viviendo en armonía con la naturaleza y las costumbres locales.
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La muerte de Hermelina en septiembre del año anterior marcó un antes y un después en la vida de Jesús Elías, llevándolo a una profunda tristeza hasta su propio deceso.
El legado de Jesús Elías trasciende su longevidad. Su vida reflejó los valores de trabajo, respeto por la naturaleza y amor por su tierra.
Cada mañana, iniciaba su día a las 5:30, envuelto en su ruana, iniciando sus labores con una rutina que se mantuvo inalterable durante cuatro décadas.
Su conexión con el entorno, su dedicación a la agricultura y su manera de enfrentar los desafíos de la vida son parte de la herencia cultural que deja a las futuras generaciones.
En diciembre, en reconocimiento a su contribución y como homenaje a su edad, el entonces Gobernador de Antioquia, Aníbal Gaviria Correa, otorgó 118 mejoramientos de vivienda a la comunidad, subrayando el impacto positivo de Jesús Elías en su entorno.
Este acto simboliza el reconocimiento de la sociedad a su figura y el respeto por los valores que encarnó.
La historia de Jesús Elías y Hermelina, más allá de ser un relato de longevidad, es un testimonio de vida, amor y adaptación a los cambios del tiempo.
Su existencia es un reflejo de la riqueza cultural y social de Antioquia, dejando una huella imborrable en el corazón de quienes tuvieron el privilegio de conocerlos y de toda la comunidad que ahora los recuerda.
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