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Así operan las bodegas digitales en la política colombiana, según Gustavo Bolívar

El precandidato presidencial detalló su funcionamiento. Pagos, coordinación y propaganda.

Gustavo Bolivar
Por Agencia Periodismo Investigativo | Lun, 14/07/2025 - 09:53 Créditos: Imagen tomada de Presidencia de Colombia

El precandidato presidencial, exsenador y exdirector del Departamento de Prosperidad Social, Gustavo Bolívar, ofreció una exposición detallada sobre el uso de redes sociales como herramienta política en Colombia.

Sus declaraciones, dadas a conocer días antes de la convención del Pacto Histórico, giraron en torno al rol de los denominados influencers, la contratación de propaganda digital y las estructuras conocidas como “bodegas”, que operan tanto en sectores afines al Gobierno como en sus opositores.

Bolívar, afirmó que las bodegas digitales constituyen una realidad presente en la estrategia comunicativa del Gobierno nacional. “No se puede desconocer que estas estructuras existen y que son utilizadas para fines propagandísticos”, declaró, al referirse a la coordinación de contenidos en plataformas como X, TikTok e Instagram.

Aclaró que estas operaciones no solo surgen de entidades estatales, sino también de militantes y simpatizantes que actúan por iniciativa propia o bajo incentivos económicos.

Durante su intervención, Bolívar hizo un llamado a la autorregulación de quienes producen contenido con fines políticos, en particular aquellos que reciben remuneración por parte de campañas o aspirantes.

Propuso que, como medida de transparencia, se etiquete cada publicación pagada con el hashtag #PPP (Publicidad Política Pagada), de forma que el público pueda distinguir entre opinión espontánea y promoción financiada. “Si le pago a alguien para que publique ‘Bolívar presidente’, ese contenido debe identificarse como pauta. Eso no es censura, es claridad”, puntualizó.

A lo largo de la entrevista, el exsenador también reconoció que estas prácticas son comunes en todos los espectros ideológicos, y que en muchas ocasiones los mensajes no se limitan a promover propuestas, sino que se emplean para atacar a figuras adversarias.

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Consideró esta modalidad como una desviación del propósito original de las redes sociales, que deberían servir para el debate abierto y el intercambio de ideas.

En ese contexto, criticó que algunas cuentas se dedican sistemáticamente a desprestigiar a ciertos personajes públicos, sin que el receptor pueda conocer si se trata de una posición genuina o de un contenido contratado.

Al referirse a la existencia de coordinación detrás de campañas virales, Bolívar explicó que operan mediante directrices enviadas por grupos organizados.

“A muchos tuiteros se les indica cuál es el mensaje del día y cuánto se les pagará. Esto ocurre con regularidad. No se trata de especulación, sino de una práctica documentada”, afirmó, al tiempo que admitió que algunas de estas dinámicas también se encuentran en entidades gubernamentales, bajo el argumento de divulgar los logros institucionales.

Señaló, además, que la actual administración ha priorizado la pauta en medios alternativos y canales digitales, por instrucción directa del presidente Gustavo Petro, como complemento a la difusión en medios tradicionales.

En el plano personal, Bolívar reveló que ha sido blanco de críticas provenientes de sectores cercanos al petrismo, las cuales atribuye, en parte, a motivaciones económicas más que ideológicas.

Sin mencionar nombres directamente, aludió a Daniel Mendoza, con quien tuvo una reunión en abril y quien, semanas después, inició una serie de publicaciones en su contra.

Según Bolívar, “hay personas que un día apoyan y al siguiente atacan con intensidad. La única explicación posible, en muchos casos, es la pauta”.

El excongresista advirtió sobre los riesgos que implica pagar por contenidos que desinforman o distorsionan la discusión pública, especialmente cuando esos mensajes se disfrazan de opinión personal.

Sostuvo que las bodegas no deben utilizarse como instrumento de ataque, y que recibir dinero para desacreditar a otros actores políticos constituye una práctica perjudicial para la democracia. “Las personas tienen derecho a obtener ingresos por su trabajo digital, pero sin cruzar la línea del desprestigio inducido”, afirmó.

En ese marco, se refirió también al uso de tecnologías como la inteligencia artificial en campañas de desinformación.

Contó que recientemente encontró un video en el que aparece haciendo declaraciones que nunca pronunció, y que, tras una revisión técnica, se confirmó que se trataba de una creación digital. “Cada vez es más complejo diferenciar lo real de lo manipulado. Estamos entrando en una etapa en la que la veracidad se ve constantemente amenazada”, advirtió.

Respecto al impacto político de los influencers, Bolívar expresó escepticismo sobre su capacidad para movilizar votos, aunque reconoció su utilidad como herramientas de difusión y convocatoria.

Puso como ejemplo su campaña a la Alcaldía de Bogotá, en la que —según sus palabras— logró liderar encuestas en redes sociales, sin que ese respaldo digital se tradujera en apoyo electoral efectivo.

A pesar de ello, admitió que su alcance puede resultar eficaz en ciertos escenarios. “Si una cuenta con cientos de miles de seguidores logra llevar 500 personas a un evento, ese impacto no se puede desconocer”, comentó.

En el cierre de la entrevista en Blu Radio, Bolívar reiteró que las campañas políticas deben mantenerse dentro de límites éticos claros, y que cualquier estrategia digital que implique pagos, coordinación o simulación de espontaneidad debe ser reconocida abiertamente.

Enfatizó que su propuesta no busca limitar la libertad de expresión, sino establecer un marco mínimo de responsabilidad en un entorno cada vez más susceptible a la manipulación.

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