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70 migrantes varados en Túnez: la desesperada realidad del punto cero
El drama en un limbo de diez metros en la desolada frontera entre Túnez y Libia.
Cerca de setenta almas, incluyendo mujeres y niños, permanecen atrapadas en una estrecha franja de desierto conocida sombríamente como "punto cero". Es un limbo de diez metros en la desolada frontera entre Túnez y Libia, donde los refugiados de África subsahariana aguardan sin final aparente bajo un sol implacable.
Estas personas fueron forzadas a abandonar la ciudad costera de Sfax y enviadas a este rincón inhóspito por las fuerzas de seguridad tunecinas la semana pasada. En Sfax, la hostilidad contra las personas de África subsahariana se ha incrementado tras la muerte de un tunecino el 3 de julio, suceso que algunos lugareños atribuyen erróneamente a los refugiados.
Tras la detención de tres hombres cameruneses en relación con el asesinato, el enfado se ha canalizado hacia los migrantes indocumentados, y cientos de refugiados han sido desplazados a la frontera. Esta práctica ha atraído la atención y la condena de organizaciones de derechos humanos internacionales.
Human Rights Watch ha acusado al gobierno tunecino de expulsión colectiva y maltrato a los refugiados africanos. "No sólo es inconcebible maltratar a las personas y abandonarlas en el desierto, sino que las expulsiones colectivas violan el derecho internacional", afirma Lauren Seibert, investigadora de derechos de refugiados y migrantes de la citada ONG.
La situación se ha agravado debido a la postura del presidente tunecino, Kais Saeid, que ha hablado públicamente de una "conspiración" para cambiar la composición racial del país. Su declaración ha alimentado los ataques racistas contra los residentes negros, quienes han comenzado a buscar refugio en Europa.
Entre las personas atrapadas en el "punto cero" se encuentra Cini Kamada, una mujer de Sierra Leona que está embarazada de siete meses. Kamada relata las dificultades a las que se enfrentan los refugiados, incluyendo violencia y la ausencia de atención médica. "Incluso por la noche, vienen y nos golpean. Ahora me han vencido. Estoy muy estresada. No sé qué le va a pasar a mi bebé… Mi bebé ya no se mueve. Necesito un hospital", confiesa.
David, otro refugiado atrapado en el punto cero y padre de un niño de dos años aún en Sfax, acusa a las autoridades tunecinas de maltrato. Afirma que se les intenta forzar a permanecer en el lugar y que deberían ser llevados a las Naciones Unidas o a sus respectivos países de origen.
La frontera entre Túnez y Libia cuenta con al menos dos lugares de este tipo, uno en la costa y otro a pocos kilómetros al sur, en pleno desierto. Malik Traina, informando desde el área fronteriza para Al Jazeera, describe las condiciones como "atroces".
Un refugiado llamado Ousman Dembely ha vivido la tragedia de primera mano: su hermano Mousa murió hace dos días y su cuerpo yace bajo el sol del desierto. "No puedo enterrar a mi hermano... no ha recibido el respeto que merece como ser humano", lamenta Dembely.
Esta crisis humanitaria aún está lejos de terminar. Cientos de refugiados continúan varados en la frontera entre Túnez y Libia, con poca agua, comida y casi ningún acceso a la atención médica. En este cruel escenario, cada día que pasa pone en mayor riesgo sus vidas.
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