Publicidad
Publicidad
Juan Miguel Huertas: historia del general que regresó al Ejército y sus nexos con las disidencias de ‘Calarcá’
Tambalea su permanencia en la institución. Procuraduría inició investigación.
Juan Miguel Huertas Herrera es un oficial del Ejército Nacional que ha hecho casi toda su carrera en unidades de combate en zonas de alta conflictividad, con énfasis en inteligencia y operaciones en Arauca y la Orinoquía.
Oriundo de Medellín y oficial de Infantería, fue escalando en la jerarquía castrense hasta llegar al generalato, con mandos clave como la Fuerza de Tarea Quirón, una de las estructuras más importantes en la frontera con Venezuela, desde donde coordinó operaciones contra guerrillas, disidencias y grupos de narcotráfico.
En Arauca, a comienzos de la década de 2020, Huertas apareció en medios regionales como comandante de la Fuerza de Tarea Quirón, desmintiendo versiones sobre supuestas recompensas ofrecidas por la guerrilla para asesinar uniformados, y defendiendo la labor de la tropa en medio de una escalada de violencia en esa frontera.
Su perfil se fue moviendo desde el campo de batalla hacia la cúpula de inteligencia militar. Diversas investigaciones lo han señalado como uno de los oficiales con mayor influencia en los cambios internos de la inteligencia del Ejército durante los años posteriores a la firma del Acuerdo de Paz, en particular por su papel en la llamada Operación Bastón y en la reestructuración de unidades de contrainteligencia; en esos reportes se le describe como un oficial de línea dura, con peso específico en decisiones sensiblemente políticas dentro de las Fuerzas Militares.
El nombre de Huertas también quedó vinculado al expediente de “falsos positivos” ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP).
De acuerdo con documentos judiciales, cuando era capitán se desempeñó como oficial de operaciones (S3) del Batallón de Artillería N.º 4 “Coronel Jorge Eduardo Sánchez Rodríguez” (BAJES), unidad priorizada en el caso 03 sobre ejecuciones extrajudiciales en Antioquia.
La JEP abrió un trámite de sometimiento para analizar su rol en la estructura de mando y las menciones de subordinados, aunque finalmente no lo declaró “máximo responsable”; el expediente pasó a la Sala de Definición de Situaciones Jurídicas para determinar si existió algún grado de responsabilidad indirecta y para evaluar una eventual renuncia a la persecución penal condicionada a verdad y reparación.
En 2022, en el gobierno de Iván Duque, Huertas fue retirado del servicio activo por decisión discrecional. En informes de prensa se consignó que hacía parte del grupo de oficiales que habían tenido un papel central en la arquitectura de la inteligencia militar y en la administración de información sensible, especialmente la que desató el escándalo de la Operación Bastón.
La trayectoria del general lo volvió a poner en el centro del debate político durante la campaña presidencial de 2022.
Tras su retiro, se sumó junto a otros oficiales a la campaña de Gustavo Petro, que en ese momento buscaba construir puentes con sectores de la Fuerza Pública.
En redes sociales quedó registrado el respaldo de Huertas al entonces candidato y el recibimiento que le dio el hoy presidente.
Con Petro ya en la Casa de Nariño, el nombre de Huertas regresó a la órbita de la cúpula militar. En agosto de 2025 fue reintegrado al servicio activo: primero figuró como candidato a inspector general y luego se consolidó como jefe del Comando de Personal (COPER), un cargo neurálgico porque administra traslados, ascensos y el “mapa” de destinos de la tropa en todo el país. Desde esa posición obtuvo capacidad de influencia sobre la carrera de centenares de oficiales y suboficiales.
El reintegro se produjo pese a que aún estaba en curso el expediente en la JEP por los hechos de Antioquia, lo que generó críticas de sectores políticos y de organizaciones de derechos humanos que cuestionaron el mensaje de nombrar en un cargo tan sensible a un oficial con una situación jurídica no completamente resuelta.
El perfil de Huertas dio un nuevo giro con las revelaciones conocidas en noviembre de 2025 sobre posibles nexos con las disidencias de las Farc del Estado Mayor Central, en particular el grupo de alias ‘Calarcá’.
Una investigación de la unidad investigativa de Noticias Caracol, retomada por varios medios nacionales, informó que en computadores, memorias y teléfonos incautados a jefes de ese grupo armado ilegal en un retén militar en Anorí (Antioquia), el 23 de julio de 2024, habría referencias a contactos con un general del Ejército, identificado como Juan Miguel Huertas, y con un alto funcionario de la Dirección Nacional de Inteligencia (DNI), Wilmar Mejía.
De acuerdo con esas filtraciones, las disidencias habrían tenido acceso a información reservada de la seguridad del Estado, incluidos datos de inteligencia y seguimientos, y Huertas habría estado relacionado con la creación o articulación de una empresa de seguridad privada que terminaría favoreciendo intereses del Estado Mayor Central en medio de los diálogos de paz con el gobierno.
Los reportes cuestionan si esa supuesta estructura habría servido como canal de negocios, de intermediación política o incluso de lavado de recursos.
Lea también: (Colombia inicia los Juegos Bolivarianos con 28 medallas y lidera el tablero en Perú)
Las publicaciones también plantean interrogantes sobre el manejo que la Fiscalía habría dado al caso. Según esos informes, desde hace más de un año reposarían en despachos de la entidad pruebas técnicas obtenidas en operaciones militares, pero la investigación no habría avanzado con la celeridad esperada pese a la gravedad de las posibles filtraciones.
Este punto ha incrementado la presión sobre la fiscal general Luz Adriana Camargo y sobre el gobierno, que enfrenta cuestionamientos por la coherencia de su política de “paz total” frente a los escándalos de infiltración.
La reacción institucional fue inmediata una vez se hicieron públicas las revelaciones. El ministro de Defensa anunció la apertura de una investigación interna para indagar los presuntos vínculos de Huertas con las disidencias de ‘Calarcá’ y aseguró que “ningún acto de ilegalidad será tolerado”, mensaje dirigido tanto a la tropa como a la opinión pública en un momento de tensión sobre la credibilidad de la cúpula militar.
En paralelo, diversas fuentes han señalado que la línea de investigación también incluye a funcionarios de inteligencia civil.
Horas después, la Procuraduría General de la Nación informó que abrirá una investigación disciplinaria contra el general Huertas y contra Wilmar Mejía por los hallazgos en los computadores de alias ‘Calarcá’.
Esa decisión marca el primer movimiento formal de un órgano de control frente al escándalo, mientras se espera la respuesta de la Fiscalía y los avances de la indagación interna del Ministerio de Defensa.
En paralelo a estos nuevos líos, Huertas mantiene abierto el capítulo de la JEP, donde todavía debe definirse si hubo o no responsabilidad penal en los hechos de la unidad en la que fue oficial de operaciones a comienzos de los años 2000.
Esos dos frentes –los falsos positivos y las presuntas relaciones con las disidencias de las FARC– convierten hoy al general en una de las figuras más controvertidas de la cúpula militar.
Para sus críticos, encarna la continuidad de prácticas opacas en inteligencia y en la conducción de la guerra; para quienes lo respaldan, se trata de un oficial con experiencia en zonas complejas que estaría siendo objeto de una campaña en su contra en medio de las reacomodaciones de poder dentro de las Fuerzas Militares y de las disputas políticas alrededor de la “paz total”.
El desenlace de las investigaciones disciplinarias y penales será determinante para la carrera de Huertas y para la narrativa sobre la relación entre el gobierno Petro, las Fuerzas Militares y las disidencias.
De confirmarse los hallazgos de los equipos incautados, el caso podría convertirse en uno de los mayores escándalos de infiltración de un grupo armado ilegal en estructuras de seguridad del Estado en la historia reciente de Colombia; si, por el contrario, se concluye que no hay responsabilidad del oficial, el episodio se sumará a la larga lista de choques entre la cúpula militar, los órganos de control y la política en un país donde la línea entre guerra y paz sigue siendo frágil.
Otras noticias
Etiquetas